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García y la diputada Romero

Toño Del Río

Logroño

Viernes, 29 de abril 2022, 02:00

Solo los que hicimos la EGB podemos entender el empeño terco de Jesús María García para tener a la vista un certificado que oficializase la expulsión de la diputada Romero del que fue su partido. Cuando la EGB, se llevaba mucho exigir certificados. De ahí ... le viene. Lo mismo si salías de clase para operarte de anginas que si una septicemia te encamaba una semana, había que volver al aula con el certificado en la boca. O para ir de colonias o al campamento. Certificado médico oficial, ojo, que había que comprar en el estanco; o fotocopia compulsada, también de pago. Y el certificado de penales para ir al extranjero, que entonces se iba mucho «al extranjero». De aquellos polvos, a García le petó este jueves reclamar el certificado de expulsión de Romero. No le era bastante que la coordinadora regional de Podemos lo hubiera verbalizado con todas las letras. Tampoco que lo hayamos publicado los medios informativos todos sin excepción. La derechona mediática no se la da. Así que se empeñó en procrastinar el mal trago de la diputada Romero y, de paso, el de la presidenta Andreu para encontrar el momento de enseñarle la puerta de salida a la tránsfuga de libro de su Gobierno (Tic tac, le llama Alberto Gil). Para mayor honra de la institución, García no pudo salvar a la diputada Romero. Que lo mismo le vino bien, porque como escribió Perspicio el Viejo en su Manual del buen samaritano, en el caso de ver que alguien se ahoga en aguas procelosas, el primer mandamiento es que el rescatador jamás debe ponerse en peligro. Para que las víctimas no sean dos, creo.

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