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Escarlata O'Hara la protagonista de la famosa película de Victor Fleming 'Lo que el viento se llevó', dejó para la posteridad una mítica escena en que con el puño cerrado y mirando al cielo, clamaba: «¡A Dios pongo por testigo de que nunca más ... volveré a saber lo que es pasar hambre! ¡Ni yo ni ninguno de los míos!». Algo parecido transmitió Alberto Núñez Feijóo el 22 de noviembre en el Senado, en el cara a cara con el presidente del Gobierno, cuando el líder del PP espetó a Pedro Sánchez: «La próxima vez que me vea en el Congreso de los Diputados será en mi debate de investidura».
Feijóo no cerró el puño y no mencionó a los suyos, como Escarlata, aunque esto último se sobreentendía pues desde los escaños populares rompieron a aplaudir. Pero la íntima convicción del máximo responsable del PP sobre su futuro presenta algunos inconvenientes que vienen dados especialmente porque todas las encuestas, aunque hablan de cierto avance sobre el PSOE, ligan su triunfo al apoyo imprescindible de la ultraderecha.
Para que Núñez Feijóo pueda cumplir su promesa de llegar a la presidencia del Gobierno necesita, en todo caso, ampliar sus apoyos. Con la ultraderecha, el PP ya gobierna en Castilla y León, y son socios necesarios en Madrid y Murcia por lo que la deriva parece clara. Sabiendo todo esto, ¿qué se le pasaría por la cabeza al líder del PP ante la salvaje invectiva de la diputada de Vox Carla Toscano contra Irene Montero? Como es sabido, su muy extrema señoría se refirió a la relación Montero con Pablo Iglesias en términos groseros y machistas.
Un complejo dilema para Feijóo que, si quiere alcanzar el poder, deberá contar con el favor de elementos de ese calibre. Sin ir más lejos, el diputado de Vox, Víctor Sánchez del Real, se descolgó poco después reprochando al resto de diputados que hubieran gritado a su compañera, una mujer «que no lloró, porque una sola de Vox tiene más hombría, valentía y coraje que toda la Mesa del Congreso y todos los diputados zurdos».
Mientras, en la formación ultraderechista estaban encantados de volver a ser centro de atención tras el silencio al que han estado sometidos en las últimas semanas. Pero Núñez Feijóo tendrá que reflexionar con calma hasta qué punto le interesa estar sujeto a Vox y gobernar de la mano de quienes arremeten sin miramientos contra los derechos de las personas, o bien cultivar su perfil de derecha moderada.
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