El futuro

Si cada generación tiene su momento, éste es el nuestro, que diría Rosa Benito. Somos protagonistas de la historia. Y, para una vez que nos pasa, nuestro papel se limita a quedarnos en casa viendo series. Poco más. Toda la vida esperando a encontrar nuestro lugar en el mundo, y resulta que estaba en un sofá. Si lo llego a saber, me compro uno más cómodo: me duelen las lumbares de seguir sentada añorando la vida anterior, la que transcurría fuera de estas cuatro paredes, igual que Pla añoraba la vida primaria cuando se encerraba los domingos por la tarde en la biblioteca del Ateneo: «¡Recluirse en esta tumba emparedada de libros, bajo estas luces verdes, en este aire polvoriento y viciado, cuando toda la vida pasa en un soplo!». Pla echaba en falta lo que sucedía fuera; nosotros, lo que sucedió antes y no volverá a suceder en algún tiempo, por mucho que Facebook siga mandando notificaciones de conciertos para mayo, para junio, para julio, anunciando algo que no pasará. Es lo único que sabemos del futuro, lo que no va a ocurrir: ni Escorpio hará un viaje inolvidable, ni Sagitario conocerá a Piscis en un bar. Como mucho, en la cola del Mercadona. De lo demás, de lo que va a pasar en la «nueva normalidad», seguimos sin tener ni idea. Por eso nos inquieta, nos atormenta y nos perturba.