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Hay una viejísima costumbre española que consiste en criticar siempre al político. Yo la practico bastante, y lo hago sintiéndome orgulloso por formar parte de esta tradición genuinamente nuestra, ese desprestigio al gobernante cuya oleada más reciente arranca tras el desastre del 98 y la ... pérdida de los últimos territorios de ultramar. En ese sálvese quien pueda que fue el derrumbe final de un imperio destartalado, España perdió la ocasión de agarrarse a la modernidad que ya abrazaban otras naciones, y así estamos hoy, haciendo buena la frase de Luces de Bohemia, que aunque es exagerada como corresponde al esperpento, tiene un sustrato de verdad: «En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo».

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