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Hace frío en mayo y el frío de mayo es el más cruel, llega a traición, como el amigo que escapa sin despedirse tras apretado y caluroso abrazo, como la oposición aprobada sin plaza, como el décimo de lotería que corta la manga en el ... último número. Mayo de fríos clandestinos. Hoy es verano. Mentira. Hoy es invierno. Mentira. Ahora me ves y hielo, ahora no me ves y aso. La meteorología constata la falsedad de las percepciones frente a la fogosa realidad de los telediarios, que ilustran y vocean el gustirrinín de los récords.
Mi cronología me permite ser anacrónica y asegurar que vuelven los dinosaurios con el miedo a que el frío de mayo, certero como una daga china, sea la puntada que les desaloje de millones de años en su territorio conquistado pezuñada a pezuñada. Al abuelo tiranosaurio esto le huele mal, algo no va bien, se la van a dar con queso envuelto en ese plástico que va a dar a la mar que es eso en lo que se resuelve la vida. Alguien, ¿quién?, está empachando de ceodós y cambio climático su tonelaje torácico. El dinosaurio monterrosso, señorito de los saurópodos, famoso por su perseverancia, sigue allí y sigue sin creer en las olas siberianas ni que los polvos saharianos, son rumores, falsas noticias, esa innovadora arma de destrucción masiva. Lo que le chamusca la voluntad es la perdida fe, creyó que había conquistado el paraíso y a medio constipado del clima se lo lleva el viento. Si su autor, el hondureño don Augusto, le permitiera abandonar su poltrona, elegiría ser un trovador leve y de pies alados, ardoroso partidario del calentamiento global erótico; cantar a la dama, anillar la escala al ventanal, ascender al dormitorio pa por si, y el por si es una cuerdilla de todo a cien que se rompe y el cantor de la gracia queda colgado del séptimo sello. Que le quiten lo bailao, apostilla el lagartón literario, que sigue allí.
Hay otros mundos, otros dinosaurios, pero están en éste, son éstos. Antes del cambio climático había dos Españas en España, ambas maestras en poner los corazones a punto de nieve de la Otra o achicharrarlos. Hoy ya no, eso ya no pasa, el mundo progresa y crece, se hace adulto, crea refinadas tácticas de ataque y conquista, da con el ¡eureka! ideológico: hay cuatro españas, cuatro y media, seis, si se tira de la sisa constitucional, siete o más. El resultado es muy conciliador, la multiplicación -o la división- imposibilita la congelación de corazones, no da para tanto, no criogeniza, sólo entibia democráticamente. El refrescamiento es real. Lo confuso es que la realidad no es una democracia. La realidad es una dictadura que se impone por sus manifestaciones sean ciertas o falsas. El mundo real escapa a encuestas y a urnas, como el genio de la lámpara huye cuando se cabrea. La palabra es una trola, lo dice el ciempiés de mil patas; multiplicar menos por menos da más, espléndida meditación, piedra filosofal del paradigma «a Buda implorando y con el mazo dando». Tras cinco o cien reencarnaciones, a fuerza de cilicio y levitaciones, el cuerpo es espíritu puro, abandona conocimientos, acrecienta sabidurías y ama a todo el mundo, España ama a todas las Españas.
Es mayo, tiempo de fríos y calores, de exámenes y componendas, de elecciones y abstenciones, de frutas de temporada (fresas, alergias, alcaldes, acnés, diputados, gastroenteritis, eurodinodiputados, enamoramientos súbitos). El consuelo de tontos y listos es pedir -que se os dará- soluciones a la red de redes: de una sola pregunta brota un millón de demostraciones irrebatibles. Hay más internautas que habitantes, más dinosaurios que extensión jurásica. Los peritos en buscar el norte en las puestas de sol dirán que mayo siempre traiciona, siempre crecen lunas que vuelven lunático al personal, dinosaurios y trovadores incluidos, lunáticos 'de la muerte'. Desdenes primaverales.
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