Fracaso de la UE
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El Consejo Europeo no ha logrado aprobar en su reunión de esta semana el marco presupuestario para el periodo 2021-2027El Consejo Europeo, el primero que se celebra a 27, sin asistencia del Reino Unido, ha fracasado en su intento de aprobar el marco presupuestario para el periodo 2021-2027. Los países ricos, austeros o frugales como ellos mismos se denominan -Países Bajos, Austria, Dinamarca ... y Suecia-, contribuyentes netos, se han negado a atender siquiera las consideraciones de los países de la cohesión -España, Italia, Portugal, países del Este- y se han aferrado a una propuesta de gasto sensiblemente inferior a la del periodo que termina (2014-2020). Por supuesto, los países ricos se niegan a que, ahora que se ha marchado el Reino Unido, desaparezca el sistema de retornos -cheques- que logró arrancar Thatcher, y que se extendió a otros estados para evitar agravios.
Tal como se ha planteado la cuestión, el acuerdo, que se ha aplazado sine die, no será posible si no cambian las posiciones de partida: de un lado, el grupo de los frugales, al que se adhiere Alemania, no consiente la revisión al alza de las contribuciones nacionales; por ello, las cifras oficiales barajadas durante la cumbre apuntaban a un presupuesto por debajo del 1,07% de la Renta Nacional Bruta de la UE, inferior al 1,11% que proponía la Comisión y al 1,30% del Parlamento Europeo. Al mismo tiempo, desaparece la aportación del Reino Unido, que era del orden de 10.000 millones netos, y se quiere gastar más en las nuevas políticas: digitalización y lucha contra el cambio climático. A la vez, y como es lógico, los países de la cohesión quieren proteger la Política Agraria Común (PAC) y la propia cohesión, esenciales socialmente para mantener vivos los ámbitos rurales (en España, la PAC representa un apoyo público financiero total anual de unos 7.500 millones de euros). Con estas posiciones enfrentadas, y dado que cada uno de los 27 tiene derecho de veto, cuadrar las cuentas será una tarea hercúlea. En el Tratado de Roma de 1957, se previó que la entonces UE se nutriría mediante contribuciones nacionales hasta que se estableciese un sistema de recursos propios. En 1970, en Luxemburgo, se establecieron dos recursos propios: las exacciones agrícolas y los derechos de aduana, a los que se añadiría una fracción del IVA. Hoy el 73% de los recursos provienen de las contribuciones nacionales. Quizá la fórmula menos conflictiva de financiar la UE sea proporcionarle una cesta suficiente de impuestos.
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