En tiempos de crisis, siempre comparecen en las plazas públicas embaucadores que pretenden, como el flautista de Hamelin, que le sigamos para asaltar los cielos o para precipitarnos a los infiernos. En este tiempo de redes sociales cualquiera puede tener la chiripa de pulsar una ... tecla y convertirse en un líder social ya tenga la cabeza hueca o poblada de pájaros. Ahí tenemos a Pablo Hasél, según algunos, un líder del antifascismo y otros ismos recurrentes. No me gusta que en democracia se pongan límites a la libertad de expresión ni a la de creación, no vaya a ser que acabemos limitando la libertad de pensamiento, así que algo habrá que hacer. Pero si Hasél es un referente moral e intelectual, yo me voy a Marte con el Perseverance.

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Su producción 'artística' agrede y repugna. Rapea Pablo Hasél frases para la historia de la basura de estos tiempos necios: «Tú, puta zorra, cómeme la polla», «follo con una loca que jura que me ama. Tiene buenas tetas y buen culo, pero quiero desaparecer», «mi ilusión es una fulana demasiado cara, voy a tener que violarla», «no me da pena tu tiro en la nuca, pepero», «ojalá vuelvan los Grapo y te pongan de rodillas», «¡ojalá explote el coche de Patxi López!». Utilizar odio y violencia, incluida la verbal, me indigna porque perjudica la credibilidad de cualquier reivindicación y certifica el fracaso de la inteligencia, único motor de la humanidad. Que políticos, dando lecciones de ética, encuentren excusas para justificarla me indigna. Veo como destrozan los negocios de los comerciantes desesperados y los contenedores ardiendo y ahí no cabe el silencio cómplice. Presumen de antifascistas y me pregunto si sabrán siquiera qué es el fascismo. De saberlo no harían bromas de mal gusto. Desear la muerte ajena o proclamar la intolerancia contra el que piensa distinto es una forma de fascismo. Estos días ha debutado una nueva líder en un homenaje a miembros de la División Azul. Isabel Medina, vestida falangista, ha escenificado una proclama plagada de incoherencias tras confesar que se enamoró del fascismo a los 13 años. Me asombra. En fin, creo que Hasél y Medina solo quieren ser famosos.

Viendo el panorama he recordado a Stéphane Hessel, aquel nonagenario que en 2010 escribió: ¡Indignaos! Precisamente porque conoció el fascismo repudiaba la violencia y alentaba la protesta pacífica aunque nuestra cólera contra la injusticia deba seguir intacta. Aconsejó a los indignados, que somos legión, que «crear es resistir y resistir es crear». Solo veo en las calles destrucción y desánimo. No sé de dónde sale tanto odio. Si Hasél y Medina tienen seguidores entre los jóvenes es porque hay mucho descontento larvado, mucha desesperanza y pocos referentes con altura moral e intelectual de los que enamorarse. No veo flautistas en Hamelin.

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