Soy, lo confieso, fiestera por naturaleza. Matea, bernabea, 'isidril', llegado el caso. Cualquier advocación mariana, todo me va bien. Soy, también, mujer de decisiones firmes, y el tiempo (eufemismo de la edad) me ha llevado a ser selectiva con mi asistencia a los actos festivos. ... A desechar sin contemplaciones los que no me gustan.

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Por ejemplo. Me espanta Gorgorito. Su estridente voz, sus implacables estacazos, el estrepitoso griterío infantil. Lo sé, es una propuesta sumamente impopular, pero creo que Gorgorito ya cumple con los requisitos para una digna jubilación. Incluso con los últimos cómputos establecidos por el Gobierno.

El Tragantúa. Esa monstruosa figura que digiere niños. Criaturas que arrastran sus mejores galas por el intestino del gigante. Alguna vez he llegado a temer que alguno se le atragantara. Ya veo hasta el titular: 'El Tragantúa se atraganta'.

Las carrozas. Ay, y mira que siguen concitando interés. Largo tiempo de espera para coger buen sitio. Riñas con los adultos-listos que llegan en el último momento y cuelan al churumbel en primera fila. Desfile de... de... Dejémoslo en desfile. Si es que ya ni serpentinas tiran...

Las vaquillas. No, no me gustan. En realidad, no me gustan los cuernos en general. Qué necesidad hay. Qué ganas de buscarse problemas.

Las degustaciones. Esas filas. Ese olor permanente a comida. Esa ciudad sucia, con calles llenas de servilletas, pañuelos, platos; con papeleras colmatadas de restos orgánicos e inorgánicos.

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Otra cosa. No soy de pañuelos festivos. No tanto por no caer en falsas equidistancias con los colores como por un ejercicio personal simple y cándido de coquetería: todos (rojo, azul, granate) estropean cualquier 'look' ('outfit' le llaman ahora), incluso los carentes de pretensiones.

Siendo como soy, decía al inicio, una mujer de decisiones firmes, ya lo he planteado en casa. Y me ha quedado meridianamente claro.

A Gorgorito vamos hoy mismo, a la primera función.

Al Tragantúa, mañana, porque creo que es el primer día que se instala.

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Las carrozas serán innegociables.

Degustaciones: intentaremos ir a todas. Huevos fritos con longaniza. Chistorra y queso. Choricillo y panceta, ineludible. Embuchados. Chorizo al vino... Antiácidos me transfundiré.

Veo subrayado en el programa de casa 'Los Primos al compás de flamenkito' y 'Actuación de Bárbara Reina de la Pantaloneta y Las Varietés Riojanas'. Y me estoy temiendo lo peor.

No hablamos ya del chupinazo, barracas, fuegos artificiales, gigantes y cabezudos, juegos infantiles, quema de la cuba... Solo libro del festival de pelota a mano. Y de la Llamada a Concejo.

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En lo del cuerno, eso sí, ha habido unanimidad: cuanto más lejos, mejor.

Y me han preparado un pañuelo. Blanco. No como símbolo de armisticio, no. Es que combina con todo.

Lo dicho. Para fiestera (y de decisiones firmes), yo.

Todo sea por tres metros de humanidad repartidos en dos unidades.

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