Procesión de la Virgen de la Asuncion en Navarrete. S. TERCERO

Unas fiestas más bien raras

IGLESIA ·

La gente del pueblo honra a la Virgen, su patrona, y a sus santos con misa y, cuando pase la pandemia, también con procesión

Domingo, 16 de agosto 2020, 10:40

Hasta ahora el asqueroso bicho del coronavirus ha tocado lo más sensible de nuestra sociedad. Ha machacado a los abuelos, en las residencias o en sus casas. Ha dejado a nuestros hijos en la mayor de las perplejidades: ¿clases presenciales o clases virtuales? Ha corroído ... nuestro sistema sanitario, llevando hasta la extenuación a todo el personal médico, enfermeras, farmacias, etc. Ha multiplicado la actividad de las fuerzas del orden, y ahí siguen obligando al personal a tomar las medidas de precaución que son siempre bastante mortificantes. Y ya el no va más: el COVID-19 ha sido un auténtico torpedo que nos ha machacado la línea de flotación de toda nuestra economía, que ya veremos cómo salimos de tamaño desastre. Lo único que sabemos es que lo pagarán los de siempre.

Publicidad

Y ya lo que faltaba. Nuestras fiestas también se han venido abajo. Este mes de agosto, que ya no es el mes del frío al rostro, es el mes de las fiestas de nuestros pueblos. La Asunción de la Virgen es la titular en más de treinta parroquias de La Rioja. Al ser fiesta laboral nuestro pueblo siempre, desde tiempo inmemorial, lo ha celebrado con «mesa, misa y camisa». Y lo ha celebrado con romerías, corriendo las vacas por las calles, con partidos de pelota, excursiones a la playa, con meriendas en el campo que entretejían el buen sabor familiar y el buen tono de amistades. Todo esto se ha acabado. Al menos por este año.

Solamente la misa se salva de esta quema festiva de nuestros pueblos. ¡Sí, la misa! Y no por nada. No es que los curas nos hayamos puesto tercos con su celebración. ¡No! Me consta con datos concretos y abundantes que la decisión de mantener la misa casi como único evento del programa festivo ha sido apoyada por los ayuntamientos, las asociaciones de vecinos, las cofradías. Y ¿qué quieren que les diga? Que me parece una medida acertada.

La festividad de la Asunción siempre se ha celebrado con «mesa, misa y camisa»

He escrito a menudo en esta sección que estamos llegando a un vaciamiento del sentido de nuestras fiestas que ya es más que preocupante. Muchos jóvenes en muchos pueblos riojanos no saben ya distinguir unas fiestas patronales de un fin de semana cualquiera. Tampoco saben nada, o casi nada, del patrono al que celebran. Solamente en que es verano y hace calor. Los domingos, por ejemplo, que han marcado toda la vida de Dios el ritmo de la religiosidad popular, del descanso y la intensidad en la familia, estaba acabando en un día festivo sin más motivo que celebrar.

Publicidad

Que conste que no estoy molesto con ello. Estoy triste, que es cosa distinta. Me duele que mi pueblo, mi gente –y estoy pensando fundamentalmente en los niños y los jóvenes– pueda acabar cargándose, haciendo desaparecer en la nada, algo tan valioso como nuestra identidad, nuestra historia, nuestra cultura popular. Por eso me alegra que la misa se mantenga en estas fiestas este año.

Hablando con claridad diré que en La Rioja, mi tierra, nadie es tan necio como para no saber qué percal tenemos entre las manos. Ni tiramos cohetes cuando la Iglesia está llena como en fiestas, ni tampoco nos ponemos a llorar a moco tendido cuando en otros días y en otras circunstancias la gente se muestra remisa a entrar en la iglesia. Me atrevo a afirmar que la gente del pueblo –ese pueblo al que tanto se cita y del que muchos se olvidan– sigue muy fiel a sus tradiciones y a su forma de entender la vida, y que por eso mismo honra a la Virgen su patrona y a sus santos. Y los honra con misa y, cuando pase la pandemia, también con procesión.

Publicidad

Muchos riojanos y riojanas, este año, pediremos a la Virgen que la pandemia no mate nuestra alegría y nuestra esperanza: que volvamos a la normalidad.

Termino diciendo un ¡bien por los ayuntamientos! Y un bien por las fiestas que, aunque este año pasen por recortes importantes, siguen siendo ocasión estupenda para compartir, juntarse toda la familia, volver al pueblo los que ya viven fuera y echar unas risas que bien nos vendrán con lo que está cayendo.

El año que viene, si Dios quiere, más y mejor.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad