No, no hay fiestas
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Santo Domingo abre mañana un periodo que debe caracterizarse por la prudenciaLa pandemia del COVID-19 ha traído muchas cosas consigo: pérdida de vidas, ruina, dolor, preocupación, ruptura con un estilo de vida...
Las vacunas son la luz al final del túnel, pero hasta que la gran mayoría las tenga puestas y se pueda hablar de ... una inmunidad de grupo, la crisis sanitaria sigue.
En Santo Domingo de la Calzada se da la azarosa coincidencia del final del estado de alarma, tal día como hoy, con el inicio de sus fiestas patronales, mañana. Para empezar, se han suspendido: no hay fiestas. No puede haberlas. La sensatez obliga. Sin embargo, hay actos. Aquí es donde la cosa se enreda un poco. La cofradía del Santo ha organizado los suyos –algunas de las tradiciones, bien con carácter público o privado–, y el Ayuntamiento otros, bajo el epígrafe de 'actos culturales'. Nadie quiere hablar de «fiestas».
Así, el horizonte inmediato llega cuajado de conciertos, compañía de revista, el 'Almuerzo del Santo', entre otras citas previstas hasta el día 17. Todas, eso sí, con un formato diferente, 'seguro', ajustado a las medidas de contención del virus.
La ciudad calceatense ha demostrado que la cultura es segura, ya que viene programando actos desde octubre y las cifras de contagios se han situado muy por debajo del resto de la región.
Donde ven algunos el problema es en la ubicación temporal de estos actos, al opinar que insuflan aire y avivan la sensación de que, en realidad, sí que hay fiestas y, por tanto, algo que celebrar. La mayor permisividad del final del estado de alarma y su coincidencia con estas fechas, muy interiorizadas y siempre señaladas por muy suspendidas que estén, no es oportuna.
Y así, las 'no fiestas', que vienen a ser un plan de intenciones alternativo a las fiestas, van a caminar por dos sendas: una, la de los actos controlados del Ayuntamiento o cofradía; otra, las celebraciones privadas, sujetas a la responsabilidad individual, aunque en el caso de una pandemia nunca existe la individualidad, pues lo que uno hace puede afectar al resto. Cosas de los virus. El COVID-19 pende aún sobre nuestras cabezas, y aunque la ciudad calceatense contabiliza un solo caso activo, otras localidades, como la vecina Nájera, seguirían cerradas perimetralmente si el estado de alarma continuara.
Y, así las cosas, hay quien entiende esto y hay quien no. «Si se suspenden, se suspende todo», dicen los detractores, que opinan que los actos pueden promover otros escenarios festivos menos seguros. «Hay que ir volviendo a la normalidad, convivir con el virus de una forma segura», esgrimen los defensores de celebrarlos. Entre actos tradicionales y culturales, estos días debería primar la responsabilidad que la ciudad, en general, ha demostrado hasta ahora, para no perder las posiciones ganadas al 'bicho'. Se trata de seguir viviendo, sí, pero literalmente y todos. La diversión es necesaria y debe ejercerse, pero con las medidas necesarias para evitar que una noche de juerga se convierta en un drama para otros.
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