Más claro, el agua... del riego del viñedo

Sin embargo, no limitamos/prohibimos el riego cuando es, sin ninguna duda, la técnica que más influye sobre la excesiva producción de uva y sobre su calidad.

Planteo en las suguientes líneas algunas reflexiones y argumentos a favor de una viticultura de secano

1º Es posible una viticultura exclusivamente de secano.

Para los que tenemos una cierta edad y estamos perdiendo memoria y para los jóvenes que han leído poco, conviene recordar que hasta 1996, en España, estaba prohibido el riego para la uva de vinificación (salvo la excepción de un riego de apoyo en aquellas situaciones con precipitación anual inferior a 400 mm). Es decir: 'toda' la viticultura para uva de vinificación era de secano y llegamos a cultivar más de 1.600.000 ha, casi el doble de la superficie que cultivamos hoy. En resumen, es perfectamente posible cultivar la vid en condiciones de secano y así se ha cultivado 'siempre'.

2º El riego enmascara, diluye o anula el efecto del suelo como integrante del «terroir».

Conviene señalar, aunque sea obvio (porque, para algunos, no lo es), que las características singulares del suelo y del clima sólo se expresan para viñedos en secano; en el caso de que se aplique la técnica del riego (y, más, con fertirrigación) es totalmente intrascendente ya que, en ese caso, el suelo puede, fácilmente, pasar a ser un material inerte que podría ser sustituido por muchos otros como perlita, vermiculita, grava, etc.

Resulta paradójico que se quiera reflejar y destacar la particularidad de un suelo y, a la vez, se permita el riego, porque son dos cosas contrapuestas. O aplicamos riego para compensar o 'enmascarar' unas limitaciones hídricas del viñedo o dejamos que el viñedo exprese las condiciones naturales del medio, pero no ambas cosas a la vez.

3º Es un despropósito, un disparate y un contrasentido aumentar la producción mediante el riego y, por otro lado, eliminar producción, llegando incluso a la vendimia en verde y a la destilación, subvencionadas con fondos públicos. Este año se destinarán unos 40 millones de euros en La Rioja, más los correspondientes a Álava y Navarra, para subvencionar dicha eliminación de uva.

4º En relación con la sostenibilidad de la viticultura, y cuando el agua va a ser un bien cada vez más escaso, parece razonable tender hacia una viticultura de secano y reservar el agua para uso de boca y para la producción de alimentos.

5º La adaptación hacia la viticultura de secano es muy sencilla, no requiere ningún cambio en el sistema de conducción, únicamente requiere reducir la carga en la poda, es decir, el número de pámpanos por unidad de superficie. Por ejemplo, desarrollar 24.000 pámpanos por hectárea en vez de 36.000 o, lo que es lo mismo, pasar de 12 pámpanos por cepa a 8 pámpanos.

6º No debemos olvidar que estamos ante un cultivo en el que se valoran especialmente las bajas producciones, el equilibrio de la planta y el estrés hídrico como indicadores de la calidad de los vinos. No ocurre lo mismo con otros cultivos como, por ejemplo, el olivo en el que no se diferencia tanto el aceite producido en secano del aceite producido en regadío.

7º Como conclusión, también resulta paradójico que, en la viticultura tradicional, y sin riego, de Europa, se tienda hacia el uso del riego cuando en los países del Nuevo Mundo, por problemas de salinización y escasez de agua, se empieza a prescindir de él. Si seguimos con esa tendencia, se invertirán los términos y serán estos países del Nuevo Mundo los que se caracterizarán por una viticultura de secano y de menor producción, frente a la viticultura europea, que seguirá aumentando sus viñedos con riego y sus producciones… Es decir, veremos 'el mundo al revés'.