Sí, señor, ¡feliz y santa Navidad! Eso es lo que yo deseo de corazón a todos mis lectores, sean creyentes o no, practicantes o no. Y hablo de Navidad, no de unas felices fiestas, así, a lo vago, a lo general, que vienen a ser ... un canto al sol. Es lo que pretendía, al parecer, que hiciéramos todos, una alta comisionada de la UE por aquello de la inclusión. «Cuidadito, venía a decir, que nadie se sienta excluido por felicitar la Navidad». Para presentar esta recomendación tan mema no hacía falta un expediente de treinta páginas. ¡Qué poco les importa el tiempo y el dinero a muchos, muchas y muches de arriba! Personalmente les diré que nunca jamás me he sentido excluido por el hecho de que el presidente del Gobierno de mi país felicite a los musulmanes por su Ramadán. Hasta ahí podíamos llegar. Hace falta algo más para ofenderme a mí, ya que no ofende quien quiere sino quien puede.

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Dicho esto, yo sí me adelanto con tiempo a felicitar la Navidad (efemérides del nacimiento de Jesucristo) por aquello de que ya está en los entresijos de nuestro ambiente. En la calle con las luces. En la tele con los anuncios de regalos y turrón. En las tiendas con el árbol de plástico, los disfraces del abuelete Papá Noel, el reno y el trineo. El no va más, es el esperpéntico belén que nos brinda últimamente la alcaldesa de la segunda ciudad más importante de España. ¿Qué han hecho los catalanes –pobrecillos– para merecer esta extravagancia de belén? Porque metidos ya en lo del belén, les diré que yo ya he sacado de mi baúl el nacimiento que le regalé a mi madre hace veinte años. Rezo muy a gusto a su vera, y eso que el pobre san José luce una especie de bufanda que tapa la avería que le hicimos en el estreno, al caerse al suelo.

¿Por qué la humanidad entera pone belenes en sus ciudades? Porque el nacimiento de Jesucristo marcó un antes y un después definitivos en la historia del hombre que, generación tras generación, se congratula con la paz, la luz de la verdad y el amor fraterno que supusieron / suponen su presencia y su legado en el mundo.

¡Cómo disfruta la gente de Logroño dando un paseo por el belén del Ayuntamiento! No importa la edad, no importa el frío, no importa la hora. Es un medio sencillo y eficaz de 'poner en valor' –que dicen ahora– los detalles más significativos de la ciudad y de los alrededores, como la Aguja de Palacio, la fuente de Santiago peregrino, el castillo de Clavijo, etc. Y creo que manifiesto el mejor sentir del público si pongo el énfasis en esa portada gótica del siglo XIV, con algunas reminiscencias románicas, tan vistosa ella, que sirve de entorno al gran misterio de la Navidad.

Hay muchos belenes muy interesantes en toda la comunidad de La Rioja. Y todos ellos sirven para la contemplación y para la oración cariñosa y reposada. Y ningún belén exhibido en público excluye a nadie, como tampoco excluyen a nadie las mascaradas de carnaval, por ejemplo, por cercanía el de Lanz (Navarra). Al contrario. El primer belenista de la historia fue el autor del Cántico de las criaturas, Francisco de Asís, quien en el ya lejano año 1223 ubicó un belén en una cueva al lado de la ermita de Greccio (Italia), belén que contaba con un pesebre sin niño pero con un buey y una mula de verdad. En lo que hace a España, la primera representación del Nacimiento tuvo lugar en Barcelona, allá por el 1300 y en la catedral. Bueno sería que la señora Ada Colau tomara nota de este dato para que se ponga realmente al día de qué va la cosa.

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Quiero terminar recordando a mis lectores que la Navidad es un hecho histórico absolutamente documentado. Que nació Jesús en Belén de Judá nadie lo pone en duda. No se trata de una leyenda del tipo 'Alicia en el país de las maravillas'. Otra cosa es creer firmemente que ese Niño sea real y verdaderamente Dios. Y esto es lo que yo creo, y conmigo más mil trescientos millones de personas de todo el mundo que, a pesar de ser mayoría, no quieren imponer a nadie.

Resumiendo: un belén es la representación figurativa del hecho histórico más importante de la humanidad. Por esta razón, ponga un belén en su casa, sobre todo si es cristiano y rece. Le hará mucho bien.

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