Alberto Núñez Feijóo, en su escaño del Senado junto al portavoz del PP en esa cámara, Javier Maroto.

Feijóo y el Congreso

Su ausencia en la Cámara baja le exige replantear la estrategia de comunicación

Margarita Sáenz-Diez

Domingo, 7 de agosto 2022, 01:00

Alberto Núñez Feijóo debe añorar con frecuencia el tranquilo discurrir de sus mandatos al frente de la Xunta de Galicia. Los abandonó para coger las riendas del Partido Popular tras la salida a trompicones de Pablo Casado. Pero, ahora que ha comprobado que su ausencia ... casi permanente del Congreso (es senador) le resta protagonismo, habría llegado el momento de replantear su estrategia de comunicación. La aplicada hasta ahora debe resultarle molesta cuando se topa con algún frente díscolo que se adelanta a pontificar la postura del partido e, incluso, se atreve a enmendarle la plana.

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Así ocurrió con el plan de ahorro y política energética del Gobierno. Unos días antes de ese anuncio -realizado en consonancia con las exigencias de la UE-, que pone límites a la intensidad de la calefacción y del aire acondicionado en determinados establecimientos, Núñez Feijóo había reclamado parecidos límites e, incluso, la reducción del alumbrado público.

Sin dar tiempo siquiera a que el líder del PP recordase que había sido el precursor de la idea, Isabel Díaz Ayuso entró a degüello. «Madrid no se apaga», clamó, porque el plan genera inseguridad y espanta al turismo y al consumo. Las redes sociales resoplaron de inmediato. Recordaron a la presidenta de Madrid que la mayor parte de los barrios de la comunidad carecen de escaparates y que las farolas no están puestas en cuestión de ello. Y recordaron que en el gigantesco núcleo madrileño de chabolas de la Cañada Real llevan en esa inseguridad varios años.

Situación engorrosa

Sus compañeros presidentes de otras comunidades la secundaron muy relativamente. Hubo incluso una suave regañina del presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno, que recordó que no hay más remedio que aplicar las leyes. Una situación engorrosa para los barones del PP que se han visto en la tesitura de seguir la directriz inicial de Feijóo y no hacerle un feo a la temible lideresa madrileña.

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La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, manifestó que las declaraciones de algunos líderes políticos son antieuropeas, antisolidarias y antiunidad. Y que era el momento de arrimar el hombro. Algo que no es ajeno a otras ciudades como Barcelona, donde llevan tiempo con un proyecto en la turística zona de la Barceloneta; o Valencia, donde las autoridades y la patronal buscan «una conciencia común».

¿Acaso vive Núñez Feijóo su peculiar idus de agosto? Lo cierto es que está siendo sometido al fuego amigo que suele ser el más letal. Tal vez esta experiencia le ayude a diseñar otra estrategia de comunicación cuando se abra el nuevo curso político. El reto está planteado.

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