Falta estabilidad
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Aunque ERC facilite la investidura de Sánchez, un Gobierno frágil en manos del independentismo solo augura una legislatura breve y poco fructíferaLos planes de Pedro Sánchez para formar Gobierno antes de Navidad están en el alero. Las negociaciones en busca de la abstención de ERC, a la que ha fiado su investidura, avanzan a golpe de guiños del PSOE, aunque sin garantía de éxito. Esquerra Republicana ... difícilmente encontrará una coyuntura más favorable para sacar la máxima rentabilidad a sus escaños en el Congreso. Pero su prioridad no es el desbloqueo institucional de España, sino avanzar hacia la independencia de Cataluña. Y, sobre todo, unas elecciones autonómicas ante las que parte con un favoritismo que podría poner en peligro cualquier paso en Madrid que el secesionismo más radical interprete como una «cesión» y dé alas a Carles Puigdemont. El cesarismo que se ha impuesto en las grandes fuerzas políticas ha permitido a Sánchez lanzarse a una apuesta de alto riesgo, tras darle la vuelta como un calcetín a sus compromisos electorales, sin que se hayan alzado voces críticas entre los barones del partido ni en sus órganos de dirección. Cuando era solo un proyecto, un acuerdo con Unidas Podemos e independentistas como el que teje ahora le costó la destitución como secretario general del PSOE en 2016. En este momento, nadie en las filas socialistas cuestiona en público un pacto de ese tipo, que depende de un partido que se niega a acudir a la ronda de consultas del Rey y cuyo líder acaba de ser condenado a trece años de cárcel por sedición. Aunque al final fructifique la investidura con promesas de diálogo sobre lo que Sánchez calificaba antes del 10-N como «problema de convivencia» en Cataluña y ahora denomina «conflicto político», no por ello estará garantizada la gobernabilidad. Habrá presidente, pero no un Ejecutivo con una mayoría sólida que permita encarar con garantías los serios problemas pendientes en el país. Tras cuatro años de parálisis, España necesita estabilidad y certidumbre. Lo contrario de lo que significaría un Gobierno frágil que deba recurrir de forma permanente al independentismo para aprobar cualquier proyecto. Al PP cabe exigirle una actitud responsable y altura de miras. Pero Sánchez no puede pretender que le preste sus votos sin contraprestación alguna para compartir poder con Pablo Iglesias y desmontar las políticas de Rajoy. El entendimiento entre los partidos constitucionalistas es una opción excepcional que no debería ser despreciada en circunstancias como las actuales. Es innegable el clamoroso error que supuso la repetición de las elecciones, que han conducido a una legislatura incierta, previsiblemente breve y poco fructífera.
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