De entre las fuerzas políticas que rompieron el bipartidismo imperfecto imperante desde la Transición, Ciudadanos está en trance de desaparecer, mientras que Unidas Podemos y Vox resisten en los extremos del arco parlamentario e intentan ganar influencia con el objetivo de hacerse imprescindibles en el ... reparto del poder tras las próximas elecciones y condicionar al PSOE y al PP, respectivamente. Pese a sus abismales diferencias ideológicas, ambos grupos tienen características comunes. Así, comparten una retórica populista que se ha mostrado eficaz para su crecimiento en coyunturas históricamente convulsas y han impregnado por momentos el discurso de las grandes formaciones cercanas a sus postulados. Además, han anclado a éstas en posiciones más nítidas que las tradicionales dentro del eje izquierda/derecha, lo que, unido a la competencia interna en esos espacios, ha favorecido un peligroso frentismo. Pero esa misma polarización a la que han contribuido amenaza con jugar en su contra si el pulso en las urnas queda reducido en la práctica a un mano a mano entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo que movilice hacia ellos voto útil de los grupos más escorados.
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Los movimientos con los que Unidas Podemos y Vox se esfuerzan en recuperar unos apoyos menguantes no son ajenos a esa situación. La marca morada se ha atrincherado en una numantina defensa de la ley del 'solo sí es sí', la gran bandera de su mandato, cuyas clamorosas lagunas jurídicas se niega a corregir pese a haber propiciado cientos de rebajas de penas a violadores. Esa actitud de tozuda soberbia solo se explica por la convicción de que el relato que atribuye esos «efectos indeseados» a los jueces y dibuja un PSOE al que le tiemblan las piernas ante las reformas de calado le aporta más ventajas en términos electorales que entonar con modestia un 'mea culpa'.
La moción de censura de Vox que el Congreso debatirá la próxima semana supone una arriesgada apuesta en busca de un protagonismo que amenaza con volvérsele en contra, si no lo ha hecho ya. El ruidoso desmarque del candidato, Ramón Tamames, de planteamientos nucleares del partido al definir España como «una nación de naciones» y pronunciarse sobre la inmigración o el cambio climático retratan una iniciativa disparatada. El hecho de que haya sido mejor recibida en las filas socialistas que entre quienes desean desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa debería invitar a la reflexión a sus promotores.
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