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El secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, a su llegada a la reunión extraordinaria del Consejo General de Ciudadanos. EFE
Extrema debilidad

Extrema debilidad

No ha habido por parte de los dirigentes una reflexión autocrítica y pública que permita a Ciudadanos definir un rumbo coherente de cara al futuro próximo

Sábado, 30 de noviembre 2019, 12:10

Las elecciones del 10-N supusieron un durísimo golpe para Ciudadanos. El partido de Albert Rivera creía convertirse en la primera fuerza del centro-derecha, en disputa directa con los socialistas, hasta que la moción de censura contra Rajoy desbarató la eventualidad de ... un adelanto electoral propicio para sus intereses. Los comicios del 28-A rebajaron sus expectativas, y la convocatoria de las últimas generales acabó por demostrar que ni Ciudadanos puede albergar esperanza alguna en volver a ser emergente, ni tiene fácil jugar a partir de ahora el papel de bisagra centrista que Rivera desdeñó hace dos años. Y que desató la primera crisis interna en Ciudadanos. Además, la dimisión de Albert Rivera y su abandono de la política, seguida de la renuncia de algunos de sus principales valedores, hace inevitable la constitución de una gestora para dirigir el partido de cara a la celebración de un congreso extraordinario el próximo mes de marzo. Pero no ha habido ni por parte de los dirigentes que han abandonado sus cargos y su militancia ni por parte de aquellos que parecen dispuestos a administrar los restos del naufragio, una reflexión política autocrítica y pública que permita a Ciudadanos definir un rumbo coherente de cara al futuro próximo. Uno de los problemas a los que se enfrenta el partido heredado de Albert Rivera es que cuenta con responsabilidades de gobierno en autonomías y ayuntamientos y con una representación institucional todavía notable, que contrasta con la extrema debilidad orgánica a la que la debacle electoral y el hiperliderazgo de su fundador y presidente han abocado a ese partido. De hecho, aunque Ciudadanos requiera darse un tiempo prudencial para reorganizarse y trazar su definitiva línea política, y aunque los interrogantes que ofrece el panorama general respecto a la gobernabilidad del país puedan recomendar dotarse de paciencia, el vacío que refleja Ciudadanos en su dirección y en su orientación requerirían soluciones más urgentes que las que pueda brindar un cónclave a celebrar dentro de tres o cuatro meses. Cuando menos, la comisión gestora debiera hacer las veces de una ejecutiva provisional capaz de operar en la política institucional con el máximo de coherencia, si lo que se quiere es demostrar que Ciudadanos existe y que sus afiliados tienen sitio en un partido propio. Si la formación que el 10-N bajó de 4,1 millones de votos a 1,6 millones, y de 57 escaños en el Congreso a tan sólo 10, no se 'traspasa'.

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