La gran nevada que ha afectado este fin de semana al centro y a otras zonas del oriente peninsular ha sido histórica, aunque ha dejado menos víctimas y daños que otros fenómenos recientes de menor entidad, seguramente porque se anunció con suficiente antelación y la ... movilidad estaba reducida por causa de la pandemia. No obstante, será necesario proporcionar ayudas a los damnificados. Pero la crispación política ha asomado de inmediato y la deseable cooperación se ha convertido en agria querella. Preventivamente, el alcalde de Madrid se ha apresurado a pedirle al ministro Marlaska que «no diga no» a declarar Madrid como zona catastrófica. La declaración de zona catastrófica o de emergencia compete al Consejo de Ministros y facilita una serie de ayudas a particulares y corporaciones, que también pueden otorgarse directamente. Parece lógico esperar a que concluya el fenómeno y a que las distintas administraciones evalúen los daños y acuerden una solución negociada y pactada. Convertir en pelea la necesaria colaboración para volver a la normalidad y la ayuda a los damnificados es una inadmisible prueba de intolerancia política que la ciudadanía vería con estupor.
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