La vicepresidenta primera, Nadia Calviño, reconoció la semana pasada en el Congreso que la carencia de elementos básicos para la producción industrial «es un asunto muy preocupante». El optimismo al que se han aferrado la titular de Economía y el Gobierno en su conjunto ha ... evitado situar el problema como cuestión crucial en la recuperación. Mientras en España y en Europa estamos a punto de dejar la pandemia atrás, hay países productores de componentes industriales que siguen afectados por las restricciones. Además, las rutas marítimas de mercancías han presentado menores flujos comerciales a causa del coronavirus. Y durante las olas epidémicas más letales en los países occidentales la demanda de componentes y productos intermedios pasó de unos sectores a otros, de la automoción a la tecnología audiovisual. Después, al tiempo que se avanzaban previsiones de recuperación, que parecía consolidarse la confianza industrial, y mejoraba la contratación laboral, el desabastecimiento rebajaba en silencio parte de las expectativas puestas en esta segunda mitad de 2021 y la primera parte de 2022.
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Pero mientras las empresas industriales han tenido tiempo para revisar sus planes temporales de producción, adelantar sus compromisos de compra tratando de diversificar proveedores, y modular la generación de puestos de trabajo, el desabastecimiento general ha ido incrementando el precio de los componentes, productos intermedios y bienes finales. Con el significativo hecho de que los costes energéticos han estado disparándose tanto en origen –empezando por China– como en el destino europeo del comercio global, generando una inflación que probablemente no sea pasajera. Las carencias, sumadas a las necesidades contenidas durante el confinamiento, han contribuido a incrementar las demandas de consumo.
Este año la Navidad va a representar un doble baremo de la recuperación, porque con ella culminará el ejercicio económico de salida de la pandemia, y a la vez medirá el vínculo más subjetivo de las personas y las familias con el gasto y el ahorro. Sin embargo la conversación institucionalizada continúa eludiendo el problema del desabastecimiento, o del abastecimiento tardío. Como si se diera por buena la actitud desentendida de Boris Johnson al frente del Reino Unido. Mientras es de eso de lo que se oye hablar en todos los comercios.
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