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La Unión Europea está respondiendo al desafío lanzado por Vladímir Putin al invadir Ucrania con claras señales de firmeza y cohesión democrática. Si el autócrata del Kremlin buscaba desconcertar y distanciar a Estados Unidos de la UE y a los países comunitarios entre sí, Europa ... se está reconociendo a sí misma frente a una amenaza que no solo está cercando a los ucranianos en sus ciudades, sino que está sometiendo a la Unión –también al Reino Unido– a una prueba ineludible sobre su entereza moral y solidaria. La unanimidad comunitaria en enfrentarse a la ofensiva de Moscú, sumando a Hungría en la aplicación de las sanciones financieras y comerciales mientras Alemania eleva su gasto en defensa hasta el 2% del PIB, supone que los europeos se hacen cargo de los costes que entraña la defensa de sus democracias. Incluida la aportación de medios materiales para que los ucranianos puedan repeler o contener la ocupación de su país, al tiempo que se refuerza el escudo de protección de los socios de la Alianza Atlántica de manera convencional soslayando la bravata nuclear de Putin.
El presidente Volodímir Zelenski solicitó ayer la adhesión inmediata de su país a la UE a través de una vía singular, convencido de que cuenta con méritos para formar parte de un futuro común. Una aspiración a la que Bruselas debería atender sin elusiones teniendo en cuenta la gravedad del momento, cuando la capacidad de resistencia de la población ucraniana depende de las esperanzas que el resto de Europa le ofrezca para hallar un futuro libre y en bienestar. La «acogida ilimitada» de refugiados establecida por la Unión no alcanza a ofrecer la luz necesaria a una población de 44 millones de habitantes, y mucho menos a su anhelo inmensamente mayoritario de continuar viviendo en su tierra, cuando además resulta temerario tratar de salir de ella.
La agresividad de la ofensiva lanzada por el Kremlin puede ir a más para adelantarse a los efectos que tengan las sanciones internacionales y quebrar cuanto antes las defensas ucranianas. Así lo atestigua el recrudecimiento de los ataques sobre Járkov y Kiev. El desarrollo de una primera jornada de negociaciones en la frontera ucraniano-bielorrusa ha demostrado de nuevo que Putin es todo lo contrario a un interlocutor fiable, ya que había prometido al presidente francés, Emmanuel Macron, no atacar a la población civil mientras se explora esa vía, difícil de mantener por parte ucraniana en medio de la invasión.
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