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Lo de la Conferencia de Presidentes del viernes me recordó mucho a la típica cuadrilla que siempre juega una combinación en el EuroMillones y, un buen día, la diosa fortuna les hace un guiño con una fabulosa cantidad de tropecientos mil euros. Entonces, hordas de ... periodistas acudimos raudas al despacho de lotería para emitir en vivo la alegría de los compadres entre descorches de rancio cava. «¿Y qué va a hacer con semejante pellizco?», es la pregunta repetitiva a cada uno en las conexiones con Ana Rosa y homólogas. «Tapar agujeros y hacer un viaje con la familia», suele ser la respuesta más escuchada.
Pero en alguna ocasión, a las dos, tres, cuatro semanas... los medios regresamos en masa al escenario para recoger los testimonios de los mismos protagonistas, esta vez encabronados, porque el fulanito, el que siempre guardaba el boleto, les ha dejado con sus boquetes y sin cruceros. Y verdes las han segado.
Más o menos eso es lo que ocurrió intramuros en Yuso: llegó el presidente del Gobierno de España, hicieron lo propio los autonómicos menos el necio de Torra, les enseñó el resguardo de los 140.000 millones que soltará la UE y les dejó con un palmo de narices. Hablamos de ello en primavera, chavales.
Menos a Urkullu. A él y a sus conciudadanos el tiempo de espera para repartir el premio del sorteo europeo se les hará más corto. El Cuponazo del Concierto Económico volvió a tocarles: 1.700 millones de euros nada menos. Para que vayan tirando.
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