Al final siempre vuelvo a Cortázar, pero busqué y no encontré en sus Historias de Cronopios instrucciones para leer el periódico. Yo procuro leer dos al día: uno nacional y el que usted tiene entre las manos. Y de un tiempo a esta parte llego ... al final desolado y con mal ánimo. Porque he estado leyendo los diarios como se supone que debe ser: la portada, las secciones de internacional, comarcas, Logroño, y a ese avispero que es ahora la política nacional donde saltan los gritos y los improperios, y donde pocas soluciones podemos encontrar de unos y otros para los problemas que usted y yo tenemos cada día. Al final, arribo a las secciones de cultura, deporte, sociedad y opinión con fuerzas justas, las ganas arrebatadas y la perplejidad incrustada en mi interior.
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Por eso, he decido empezar una nueva etapa y leer los periódicos al revés, para que mis ilusiones matutinas se encuentren al principio con un entorno amable. Empezar por la contraportada con columnas simpáticas de Pío García o Juanjo Millás; o entrevistas a una enfermera que ha ido a ayudar a Gaza o a un artista que pinta árboles quemados con colores vivos. Testimonios de profesores comprometidos con sus alumnos en un Instituto perdido en el cinturón industrial de Madrid o Valencia, o las palabras de un director de cine que ha decidido no irse a Hollywood y quedarse por aquí a contarnos historias. Pasar la sección de televisión de puntillas, no vaya a ser que pisemos la programación de Telecinco, y leer la opinión de un crítico de cine un poco cascarrabias pero sabio que nos recomienda una película imprescindible. Llegar a la sección de Cultura para saber qué se expone en Amós Salvador o en el Thyssen, o la publicación de ese libro valiente y mágico de un escritor jovenzuelo, o el de una americana que ha reinterpretado a Dickens. Quien sabe si una entrevista de Carlos Amor porque ha publicado un libro de sus visitas a El Prado.
En la sección de Deportes siempre huele a fútbol, el Madrid otra vez campeón de Europa y al UDL con la miel en los labios, pero en estas fechas podemos leer con orgullo los grandes éxitos de los atletas españoles que algunos denigran por sus orígenes y la falta de ocho apellidos compuestos de rancio abolengo español, cuando sobre su piel llevan con dignidad los colores de nuestro país y los lanzan más alto, más rápido, más fuerte.
Yo daría un rodeo para llegar a la sección de Opinión con ganas, y cruzar los dedos para que esté Daniel Innerarity o las agudas palabras de Pablo García. O un análisis sosegado de la situación actual sin acritud y con el objetivo de hacernos pensar con calma. Y llegar así a las secciones de nacional e internacional, con las fuerzas justas y la responsabilidad de saber qué pasa en mi entorno. No solo en mi ciudad, en mi comunidad, sino conocer qué sucede en Europa y en el resto del mundo, ahora que se va a acabar la fiesta y nadie parece entender que igual sí, que se ha acabado la fiesta. O que empieza otra con una música que no es agradable en absoluto.
Y después, si me da tiempo, volver a Cortázar.
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