Hace unas semanas se publicó la noticia de que una jueza de Delaware, había admitido la demanda de un accionista del planeta financiero de Elon Musk en la que calificaba de inapropiada por excesiva la indemnización que se le iba pagar al empresario, 56.000 ... millones de dólares, algo más de 51.000 millones de euros. Coincidió en el tiempo con la publicación de los beneficios de los principales bancos de nuestro país: al lado de aquella cifra astronómica los 11.000 del Santander, los 8.000 del BBVA y los casi 5.000 de CaixaBank son como un juego de niños.

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Busqué la palabra impudicia y ahí estaba: falta de recato y pudor, y la encontré como anillo al dedo para lo que pretendía Musk antes de que un humilde accionista le parara los pies (con la inestimable ayuda de una jueza valiente en un mundo poco acostumbrado a este tipo de resoluciones, cuando los desahucios aplicados con rigor jurídico son habituales por estos lares, como sabemos)

Usted y yo, cuando echamos el euromillón soñamos con las cosas que podríamos hacer si nos tocara, y ahí estamos hablando de unas decenas de millones, que bien pensado es mucho más de lo que necesitaríamos nosotros y nuestra descendencia durante años. Pero Musk maneja cifras que compiten superándolas en ocasiones con el Producto Interior Bruto de países como Malta, Estonia o como Croacia. Con esa cantidad exorbitante y grosera podríamos multiplicar casi por ocho el presupuesto de España en Sanidad (7.000 millones de euros) o por 9 el de Educación. Con 56.000 millones de dólares se podría hacer que una inmensa cantidad de personas pudieran vivir dignamente.

Busqué 'impudicia' y ahí estaba: falta de recato y pudor; y la encontré como anillo al dedo para lo que pretendía Musk

Sé que todo esto está descontextualizado y que saldrán quienes me dirán «es el mercado, amigo» (palabras que resuenan aún en las galerías de Soto del Real donde estuvo una temporada su cínico autor) pero a mí todo esto me parece una desfachatez y una impudicia. Esa desigualdad tan aberrante no puede dejarnos impasibles y deberíamos pensar que de momento a Musk le ha dado por hacer experimentos con cohetes y con chips implantados en cerebros, pero ya anda metido en geopolítica y lo mismo un día se compra Andorra.

A veces sueño con lo que haría con ese pico de las grandes cantidades publicadas (de bancos, de fortunas personales, de indemnizaciones o contratos galácticos) Ya sabe, esos seis o siete millones que se les quedan entre las uñas de la codicia o de la desfachatez a quien los maneja. Yo siempre pienso que haría una fundación, o escuelas en pueblos remotos o un polideportivo para el colegio de Los Ángeles, una flota de buques cisterna para Barcelona, Málaga o Doñana. Cosas locas como parques en las azoteas de los rascacielos y bibliotecas en las ramas de los árboles para que los niños se suban trepando a leer; comprar cubos de pintura de colores para pintar las paredes de los cementerios; plantar miles de plantas para decorar las carreteras que nos lleven a nuestro futuro. O a luchar contra gigantes.

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