Borrar

En realidad, yo no me paso el día leyendo a los clásicos, apenas husmeo Kierkegaard y picoteo de aquí y de allá las novedades de la narrativa actual. Porque entre Tolstoi y la última de Pierre Lamaitre, cada semana, lo confieso, leo el ¡Hola!

Me ... lo pasa mi madre después de que ella le dé buena cuenta y me lo deja en la silla de la entrada para que no se me olvide. Me pirro por ver las mansiones de los millonarios en Roma, en Turín, en un recóndito paraje en Aspen o junto al lago Como; espacios infinitos y a veces un poco horteras de salones y cocina impolutas que parecen no haber visto nunca una fritanga. Dormitorios con camas con dosel y comedores impecables con la vajilla de la tatarabuela Margeritta, que fue amante del Kaiser Guillermo. En las fotos, sin excepción, siempre aparecen familias sonrientes con niños que parecen engendrados por la IA, de lo perfecto de sus facciones y lo reluciente de sus dientes. Y todos, sin excepción, declaran lo duro que trabajan día a día para poder sacar adelante su pequeña ilusión convertida en palacio veneciano.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja ¡Hola!