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El mundo actual cambia vertiginosamente en buena parte por las valiosas aportaciones de algunas personas con mentes privilegiadas, con un rasgo diferencial: la ética personal y los límites necesarios de lo que proponen.
Mark Zuckergerg es una de ellas con relevantes logros tecnológicos como Facebook, ... pero polémico por su escasa ética en la protección de los masivos datos personales que atesora gratuitamente de los usuarios de sus apps, como demostró el reciente escándalo internacional Cambridge Analytica, prueba del impacto y poder de manejo social del sistema creado y de la libre circulación de los datos privados de los más de dos mil millones de usuarios mensuales de Facebook y otros sistemas como Instagram o mensajería digital (WhatsApp, Messenger) con notable negligencia hacia su protección.
Dado el éxito lucrativo y la dependencia mundialmente creada del sistema, Zuckergerg anuncia un nuevo producto para 2020: la libra electrónica una criptomoneda distinta a la polémica bitcoin, mostrando que su lema de trabajo ya no es «vuestros datos personales y privacidad me interesan (qué os gusta, dónde y cómo viajáis, qué productos buscáis, etc.)», sino también «vuestro dinero me interesa». De nuevo, comodidad y uso fácil para una sociedad abocada a valores de resolución inmediata con aparente ausencia de consecuencias negativas.
Esta especie de portamonedas electrónico permitirá transferir dinero instantáneamente, con seguridad y sin costes aparentes, y adquirir cualquier servicio o bienes. Funcionará como una especie de sistema monetario alternativo cuyo valor se basará en monedas oficiales (euro, dólar, yen, etc.), tendrá plataforma propia (Calibra) conectada con Messenger y WhatsApp para usuarios incluso sin cuenta bancaria, y se regulará por una organización no lucrativa en Suiza, la Libra Association, compuesta inicialmente por empresas como Uber, Visa, MasterCard, Vodafone, PayPal, eBay, Spotify o Booking que permitirán utilizarlo mediante sus plataformas.
Vivir para ver, un desafío con millones de usuarios diarios de las aplicaciones de Facebook, con o sin cuenta bancaria, y un notable reto para preservar la privacidad personal en este voraz sistema que estamos dejando construir bajo el señuelo de liberarnos de la sordidez bancaria y su vertiginosa despersonalización; un sistema que crearía una nueva capa financiera, y que atesoraría y centralizaría nuestros datos económicos invadiendo aún más nuestra intimidad pudiendo ponerlos a disposición pública, haciéndonos prisioneros transparentes de su sistema ganancial a cambio de ofrecer productos correspondientes a nuestro perfil, conocido con detalle.
¿Qué más queremos ceder gratuitamente a cambio de la comodidad ofrecida por lucrativos algoritmos de difícil control que tienden ese yugo personal y un potencial cambio para el sistema financiero establecido? Si se autorizara, será necesario legislar para encuadrar y limitarlo financieramente, pero su uso sería decisión nuestra.
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