Tras ganar por goleada con el lema 'libertad', Ayuso es la nueva estrella del PP. Apelar a la libertad era el señuelo. Como en el toreo, ha sido el engaño al que la izquierda entró al trapo sin ver la estocada que ocultaba la maniobra.

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Ayuso marcó desde el principio las reglas de juego. Las cartas que repartió fueron libertad o comunismo y la respuesta fue fascismo o democracia. Ni la libertad ni la democracia estaban en juego pero cuando el ruido es ensordecedor no hay medias tintas: clara victoria o humillante derrota. Así ha sido siempre. Recordemos que el principal asesor de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, ya probó la técnica con Aznar contra Felipe González. Ahora lo ha hecho contraponiendo a Ayuso y la libertad contra Sánchez y el mal, encarnado en Iglesias. Algo así como una lucha de David contra Goliat. Planteado el combate en esos términos, está claro que los fervores de la admiración popular siempre han estado del lado del que parece más débil. La táctica se ha basado en hacer creer al ciudadano que el todopoderoso gigante Sánchez quería aplastar a la frágil presidenta Ayuso, las simpatías crecieron como la espuma de la cerveza que sirven en Madrid. Ella lo intuyó desde el principio y en esta trampa tan sencilla y tan práctica cayeron Sánchez y sus asesores para fracaso de la izquierda y regocijo de la derecha. Gabilondo se perdió en la metafísica mientras se mascaba la tragedia.

Solo anteayer, tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera eran los protagonistas de una nueva forma de hacer política. Hoy Pablo Iglesias abandona la primera línea tras comprobar lo duro que es superar en política el cainismo que la mueve. Habrá aprendido que el cielo nunca se alcanza porque solo es una metáfora para sobrevivir a la realidad. Albert Rivera, tras hundir a su partido en la foto de Colón, se dedica a dar clases de liderazgo mientras en Ciudadanos hacen inventario de daños antes de disolverse. Ya ven, hace cuatro días el mundo se les quedaba pequeño. Ignoraron que en política la gloria es tan efímera que el olvido llega antes de alcanzarla. Hoy ambos completan la sección de objetos perdidos. Solo la cercanía a la realidad de Mónica García ha salvado los muebles de Más Madrid mostrando los problemas cotidianos de la gente.

Aunque mil veces lo repitan, la libertad no ha ganado, es Ayuso la que ha ganado libertad bien para impulsar su liderazgo en España o para afrontar los problemas de Madrid sin excusas. Los que han perdido, la izquierda, no pueden minimizar la derrota ante el alto nivel de participación. El aviso de los ciudadanos certifica el descontento.

Estos días una lluvia de estrellas, las acuáridas, están surcando el cielo. No conviene olvidar que el firmamento de la política está repleto de estrellas fugaces que se creyeron soles antes de apagarse.

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