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Mientras París ardía y atraía las miradas de medio mundo, en España seguíamos con nuestro incendio particular. La caldera electoral parece la de la catedral de Notre Dame, va subiendo a tal temperatura que confío en que los bomberos, que somos los ciudadanos, ... podamos evitar el desplome del edificio de la convivencia. La tensión y la bronca son muy superiores al nivel de los argumentos y de las propuestas. Hasta una niña puede superar en sentido común a muchos candidatos seleccionados al calor del impacto mediático más que por sus cualidades para representar la soberanía nacional que, visto lo visto, anda llorando a escondidas tras los leones del Congreso.
La joven sueca Greta Thunberg tiene 16 años y lidera un movimiento contra el cambio climático. En el europarlamento decía: «el mundo vio con desesperanza y tristeza cómo Notre Dame ardía. El templo será reconstruido porque sus cimientos son fuertes. Ojalá nuestros cimientos fueran todavía más fuertes, pero me temo que no. Nuestra casa se desmorona», por lo que «el futuro está en sus manos», advirtió a los eurodiputados.
Comparen la profundidad de estas palabras con las del candidato por Huelva, Juan José Cortés: «Pedro Sánchez se sienta a la mesa con asesinos, criminales, violadores y pederastas». Piensen en las ocurrencias de Suárez Illana respecto al aborto de niños nacidos y lo del abogado de New York. O la majadería de la candidata del PP a la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, proponiendo que el «no nacido sea considerado un miembro más de la unidad familiar». La aparición estelar de Cayetana Alvárez de Toledo en el último debate televisivo en TVE ha sido la guinda del pastel de esta escalada enloquecida del PP no por parecerse a Vox, sino por sobrepasarlo. En un tono bronco y despreciativo, mirando por encima del hombro al común de los mortales, Cayetana colocó el asunto de la violación en el centro del debate. Lo hizo con descaro y energía, con tablas de tertuliana experta pero sin empatía con la audiencia. Es lo que suele ocurrir cuando la soberbia supera los argumentos. La sentencia de La Manada había unido a mujeres de todo tipo y condición en algo importante: «No es no» y además no se juzga a la víctima sino al violador. Esa unidad es la que ha pretendido romper el PP con Cayetana como instrumento. Para quebrar nuestra fuerza quieren dividirnos a las mujeres con argumentos increíbles, que triunfan en las redes sociales pero que son falsos de toda falsedad: el feminismo no es la lucha contra los hombres ni los considera violadores por naturaleza. ¡Ya vale de mentir por principio!
Comenzó Casado amenazando con volver a la ley del aborto de 1985, continuó con sus explicaciones a las mujeres sobre qué llevan dentro cuando están embarazadas y de ahí a una explosión de bufonadas sin ton ni son. Se ha competido por llevar más mujeres en las listas y por otorgarles un protagonismo central porque somos más de la mitad del electorado y estamos movilizadas. Cayetana se afanó en realizar el trabajo sucio, fue al debate de TVE a romperlo y a ser la estrella. No hay duda de que lo consiguió, empobreciendo la imagen subalterna de Arrimadas. Nadie pudo hacerle sombra en estridencias, ni siquiera Rufián.
Ahora que hasta los secesionistas son conscientes de que la independencia es una utopía, aunque prediquen caminar hacia ella y que la palabra «traidor a España», dirigida a Sánchez, haya perdido fuelle, han hecho de las mujeres su nueva apuesta para unir a todas las derechas en un solo gobierno. Hubo un tiempo en que enfrentar territorios hizo ganar elecciones a la derecha española y a la catalana, con esa estrategia Rajoy y Puigdemont, ocultaron sus corrupciones y a punto estuvieron de romper España. Tras el fracaso, el escenario es otro. Cayetana es la Juana de Arco que nos enfrenta entre nosotras. Veremos si la nueva estrella triunfa o se estrella en las urnas repletas.
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