La Reserva Federal de Estados Unidos ha puesto de manifiesto que el control de la inflación –en su mayor nivel en cuatro décadas al haber escalado hasta el 7,9%– es su gran prioridad al aprobar la primera subida de los tipos de interés desde ... diciembre de 2018. Al alza de un cuarto de punto le seguirán este año seis más, según sus previsiones, lo que situaría el precio del dinero en torno al 1,75%. El frenazo del consumo por un IPC desbocado a causa del brusco encarecimiento de la energía ha pesado más que el posible impacto de la guerra en Ucrania en la actividad económica. De esa forma, la Fed marca el paso a los demás bancos centrales al virar la política monetaria aplicada contra la pandemia en un proceso en el que el BCE va por detrás, aunque tendrá que acabar secundando más pronto que tarde. Ese horizonte, junto al regreso a la disciplina fiscal en la Eurozona en unas condiciones y fechas todavía por concretar, añaden presión a los países más endeudados, como España, para actuar con la máxima prudencia en el gasto público y diseñar un plan creíble que reduzca sus insostenibles desequilibrios financieros sin desatender las políticas sociales ni la necesidad de un brioso crecimiento.
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