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Resulta que algunos actos son delictivos si los comete un particular pero no si los perpetra el Estado, porque entonces son legales según las normas que dicta como juez y parte: legislador, perseguidor y castigador. Usted, por ejemplo, no puede ir zurrando al personal con ... una porra por la calle, ni saltarse los semáforos a toda pastilla, pero la policía sí, porque ejerce el «uso legal de la violencia». Tampoco puede quitarle a la gente su dinero, ni practicar la usura, pero el Estado sí puede crujirles a impuestos con los que retroalimentar a la insaciable bestia estatal, y además extorsionarles con recargos e intereses abusivos si se demoran un minuto en apoquinar, mientras que las administraciones tardan meses en devolver y sin un céntimo de intereses. Los supremos funcionarios, en fin, gozan de «garantías», o sea privilegios como la inviolabilidad, la inmunidad y el aforamiento, que los blindan frente a la acción de una justicia que caerá sobre usted, súbdito pringado, en cuanto alguien lo acuse de algo aún sin motivo.

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larioja El Estado son ellos