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Que sí, que sí, que sí, pero que no. Nada, que no llueve. Por lo menos hasta que he empezado a escribir estas cuatro líneas, al menos por estas tierras y desde hace una eternidad, no nos ha caído ni una mala gota de agua. ... Y eso a pesar de la insistencia de los mal llamados hombres/mujeres del tiempo, avisando con reiteración que los aguaceros están ya a la vista y que ¡Ay madre, ay madre! la que nos va a caer encima.
Pero nada: la que nos va a caer, la que nos va a caer, pero que no nos cae. Y no es que los hombres/mujeres del tiempo sean unos ineptos/ineptas, que no lo son, es que yo creo que estas cosas deben de ser bastante difíciles de predecir y lo digo porque tengo yo en casa una aparatejo electrónico de esos a los que llaman algo parecido a Estación Barométrica y que por ahora su principal virtud, a más de gastarme pilas, consiste en equivocarse en el mismo sentido en el que se equivocan nuestros hombres/mujeres del tiempo.
Y es que, viendo la situación en la que nos encontramos, no quiero yo dejar pasar esta ocasión sin recomendarles un artilugio de esos que sirve para señalar el tiempo que hace y que recuerdo haberlo visto colgado, hace muchos años ya, en la casa de mi tío Tomasín, el de Castilseco, y que consistía en un mosaico en el que se había dibujado un burro que por cola tenía una cuerda al lado de la cual podía leerse la siguiente inscripción «Si la cola está mojada, está lloviendo. Si la cola se mueve, hay viento. Si la cola está blanca, está nevando. Si la cola no se ve, hay niebla.
Así de sencillo. Y no se rían porque a pesar de no decir nada de isobaras, ciclones y anticiclones a este aparatito no le he visto yo fallar en la vida.
Y aquí les dejo. Lo último que he oído durante esta mañana es que cuando ustedes estén leyendo esto estará lloviendo a jarros, pero ya veremos. Mi consejo es que no saquen todavía las katiuskas y esperen a ver si la cola del burro de mi tío Tomasín está mojada. Cuando lo esté les puedo asegurar que estará lloviendo y ya pueden ir a por las katiuskas. Así de sencillo.
Y hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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