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En este caos político que existe en España algunos reivindican una solución republicana sin detenernos a valorar las ventajas que proporciona la Monarquía. Y la realidad es que entre todos los problemas que se van encadenando, ninguno es achacable ni al sistema monárquico ni a ... quien en estas circunstancias encabeza la Corona. Por el contrario, a poco que se contemple la situación, destaca la Monarquía como la única institución que está cumpliendo de manera impecable sus funciones y garantizando la estabilidad que a pesar del bloqueo político se está manteniendo.
No caben dudas de que el sistema republicano responde más a los principios democráticos de igualdad entre los ciudadanos, pero la realidad demuestra que en la práctica de la política esto nunca se produce. ¿Alguien se ha parado a evaluar, sin ideas preconcebidas, qué ventaja tendría que el arbitraje, sin la menor sospecha de imparcialidad, que está ejerciendo el Rey sería más eficaz e incuestionable si lo ejerciese una personalidad elegida por una mayoría cualificada del Parlamento? O de las urnas. Si las Cortes tienen dificultades y muestran fracturas ideológicas tan insalvables como para investir a un presidente del Gobierno, ¿qué ocurriría si, además, tuviesen que buscar mayorías cualificadas para nombrar un Jefe del Estado que, por muy neutral que se declare, asumiría el cargo con el estigma de ser de derechas, de izquierdas, y, nada digamos, si fuera de la política estuviese vinculado con algún interés de tipo económico?
Tampoco sería mejor si el presidente fuese elegido de manera directa, en las urnas, en una convocatoria entre tantas como ya tenemos, y donde los candidatos fuesen promovidos por los partidos políticos. El elegido, por mucho que se esforzase en mostrarse independiente e imparcial, difícilmente lograría borrar la imagen que dejó su etapa anterior. La Monarquía no ofrece este problema. Es verdad que dinásticamente puede salir un Rey o Reina inapropiados, pero en una elección popular, ¿no? Basta echar una mirada alrededor para ver los presidentes republicanos que, empezando por Donald Trump, acabando por Bolsonaro y pasando por Maduro, están siendo una desgracia para sus países. Tampoco son válidos los argumentos que consideran que la Monarquía es más cara para las arcas públicas: el sueldo y el coste de una presidencia sería más o menos el mismo sin olvidar que hay que sumarles los costes del mantenimiento del estatus de los expresidentes.
Dejemos de lado las monarquías feudales y las dictaduras republicanas. La experiencia contemporánea demuestra que los países más estables, donde el sistema democrático funciona con mayores garantías, socialmente más avanzados y económicamente más prósperos, son monarquías parlamentarias. Los ejemplos están en nuestro entorno y son parte de un modelo político europeo: Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Holanda, Noruega, Bélgica...
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