Con casi dos años de mandato por delante y proyectos legislativos de gran calado pendientes de aprobación, el Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios intentan recomponer sus relaciones tras las heridas abiertas por la esperpéntica convalidación de la reforma laboral en el Congreso gracias ... al error de un diputado del PP. La coalición PSOE-Unidas Podemos y sus aliados nacionalistas, independentistas y del ala más a la izquierda del Parlamento coinciden en el interés por prolongar al máximo la legislatura. Les une la puesta en marcha de medidas sociales anunciadas, la pretensión del PNV, ERC y EH Bildu de avanzar en cuestiones que les son prioritarias a cambio de su apoyo a un Ejecutivo en precaria minoría y, sobre todo, el temor a que un adelanto electoral por el descarrilamiento del bloque de la investidura lleve al poder al PP de la mano de Vox. Pero el deseo compartido de evitar a toda costa esa alternativa no impide una continuada merma de la confianza mutua a medida que se suceden sonados encontronazos, lo que suscita incógnitas acerca de la estabilidad del Gabinete.
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La pondrá a prueba la intensa agenda legislativa de los próximos meses, sobre la que los compañeros de viaje de Sánchez mantienen posturas enfrentadas. Tal es el caso de leyes tan relevantes como la de vivienda, que vulnera competencias autonómicas según el Consejo General del Poder Judicial; la de Servicios Sociales, que amenaza con generar una controversia similar; o la audiovisual, con la que discrepa frontalmente el PNV. El marcado sesgo hacia la izquierda de las dos primeras y las cesiones a ERC en la última dificultan la repetición de la geometría variable, con el concurso de Ciudadanos, que ha salvado la reforma laboral. Una fórmula que levanta ampollas en los aliados del Gobierno y en Unidas Podemos, pero a la que el PSOE no renuncia por un lógico pragmatismo y ante la necesidad de lanzar guiños al centro político.
El desgaste interno de la coalición y de esta con sus socios será determinante en el devenir de la legislatura. El ciclo electoral que abren hoy las autonómicas en Castilla y León condicionará las estrategias de los partidos. Este 13-F es particularmente decisivo para el PP, que parte de unas altas expectativas en peligro por el avance de Vox a su costa que apuntan las encuestas. La sucesión de contundentes victorias previas a las que Pablo Casado fía su acceso a la Moncloa se enfrenta así a una primera prueba de fuego.
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