El mes de conflicto generalizado que vive Colombia retrata un país descompuesto entre la desesperación sin alivio de los más necesitados, la contestación social de la clase media empobrecida, el recurso fácil a la violencia como expresión de protesta y como medio para su contención y la extensión del paradigma del 'Estado fallido' a distintos puntos de la geografía y a muy diversas vertientes de la acción institucional. Los choques que se suceden entre huelguistas y ciudadanos que reclaman transitar libremente trasladan el uso de la fuerza a la relación entre convecinos. La imposibilidad de saber cuántas personas han resultado muertas en los enfrentamientos, cuántas han sido detenidas, cuántas se encuentran en paradero desconocido y cuál es la responsabilidad de las fuerzas policiales en todo ello lo dice todo. El «máximo despliegue militar» ordenado ayer por el presidente Iván Duque en el departamento del Cauca y en la ciudad de Cali revela que la crisis colombiana sigue sin solución, sin que además se vislumbren en el horizonte del corto plazo oportunidades para que el país salga de una situación que lo mantiene casi paralizado.
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