![Esperar a la vacuna](https://s3.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/202012/15/media/cortadas/vacuna-kZ1H--1248x770@La%20Rioja.jpg)
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El ministro de Sanidad anunció ayer que la vacuna de Pfizer-BioNTech llegará a nuestro país el 4 o 5 de enero, para ser distribuida por las comunidades autónomas y administrada a continuación a los primeros grupos a inmunizar. La noticia coincide con la preocupación ... manifestada por expertos y profesionales sanitarios sobre el riesgo de que la desescalada respecto a esta segunda ola epidémica dé lugar a una tercera. Preocupación que las administraciones concernidas expresan también, temiendo que la apertura a la movilidad y a la actividad conduzca a una relajación respecto a las medidas y recomendaciones en vigor, incrementando las tasas de contagio y la presión sobre el sistema sanitario. Una relajación a la que contribuiría el anuncio de la campaña de vacunación, aunque ni en su desarrollo ni en sus efectos vaya a ser tan pronta. La evolución de la pandemia está ofreciendo datos nada tranquilizadores en países de nuestro entorno, como Italia, Alemania, Francia y el Reino Unido. Países que se han decidido a adoptar restricciones precisamente de cara a la Navidad, mientras que en España hemos optado por lo contrario. Los ciudadanos, las familias y los sectores relacionados con el comercio y la hostelería necesitan ciertamente respirar tras nueve días de excepcionalidad y cierres. Pero al llevar a efecto el objetivo de 'salvar la Navidad' semanas antes de las fiestas, se corre el peligro de que la alegría anhelada acabe frustrándose porque se activen nuevas cadenas de transmisión comunitaria del coronavirus. En cuyo caso sería absolutamente irresponsable esperar hasta después de Reyes para recapacitar con medidas más estrictas. Gobierno, comunidades autónomas y ayuntamientos apelan a la sensatez ciudadana, esperando que se sigan las normas dictadas sin que la población las interprete con flexibilidad en su cotidianeidad y en las celebraciones. Pero la relajación se contagia con mayor facilidad que el propio coronavirus, mediante la emulación de lo que hacen los demás, alegando que son días señalados, por temor a aguar la fiesta de los otros familiares o amigos, y hasta a base de descuidos momentáneos. De ahí que no sea del todo razonable que las autoridades emitan mensajes de advertencia mientras animan a una normalidad contenida. Mucho menos cuando nuestro sistema sanitario está llamado a realizar un doble y gigantesco esfuerzo durante los próximos meses: afrontar las infecciones al tiempo que vacuna a gran parte de los españoles.
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