La esperanza del empleo
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La Rioja no es ajena a la fortaleza del mercado laboral, básica para afrontar la desbocada carestía de la cesta de la compraAunque la economía española sigue sin recuperar el nivel precovid, la fortaleza con la que ha resistido los embates de la guerra resulta más que meritoria. Su crecimiento del 5,5% el pasado año constituye un buen ejemplo, lo que no puede ocultar los estragos ... causados por la inflación. Pero si existe un elemento sorprendente es la resistencia del empleo. Febrero volvió a ofrecer datos esperanzadores con 88.918 afiliados más a la Seguridad Social (S.S.) –que suma así 20,17 millones, un récord en ese mes– y un modesto incremento del paro en 2.618 personas justificado básicamente por los jóvenes y mujeres que se incorporaron por primera vez al mercado laboral ante las favorables expectativas que ofrece. La Rioja no fue ajena a esa tendencia y aunque se alineó entre las autonomías donde creció el desempleo –sumó 116 parados–, a la vez anotaba 809 incorporaciones a la S.S., el mejor dato de un febrero desde la crisis de 2008, como se encargó de destacar el Ejecutivo regional. Esa evolución permite encarar con optimismo el corto plazo una vez se ha alejado el fantasma de la recesión y ante la inminente apertura del periodo turístico, que fomentará las contrataciones.
Con 475.870 puestos de trabajo creados en el último año y 920.000 desde el momento previo a la pandemia, existen motivos para despejar los inquietantes temores que acompañaban al conflicto en Ucrania, lo que no significa ni que el camino esté exento de dificultades ni que sea oportuno el triunfalismo. Ese espectacular aumento del empleo no tiene un equivalente paralelo en el número de horas trabajadas, lo que demuestra la proliferación de contratos que, aunque fijos, son a tiempo parcial o discontinuos –el Gobierno sigue inexplicablemente sin cuantificar estos últimos, que no computan como parados durante los periodos de inactividad–, y por tanto, la persistencia de una elevada precariedad. Una parte no desdeñable de los nuevos cotizantes corresponden al sector público. El paro continúa por debajo de los tres millones de personas, pero también en unas tasas que doblan la media de la UE, un reflejo de problemas estructurales lejos de ser corregidos.
Así, es de esperar que el mercado laboral resista el enfriamiento económico que se avecina y que muestra ya los primeros síntomas. Su fortaleza es el sostén que ha permitido a las familias aguantar la pérdida de poder adquisitivo que implica el disparado aumento de los precios, sobre todo, en la alimentación. Un eventual deterioro del empleo en estas circunstancias desataría una tormenta perfecta de consecuencias imprevisibles.
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