El mundo va a cambiar esta semana. Para ser exactos, los mundos: el real y el virtual. El metaverso está a punto de tomar nuestras vidas. En ese mundo virtual nos sumergiremos todos. Ahí interactuaremos como avatares en un ciberespacio y en todo tipo de ... entornos digitales. En ese espacio se reproducirán, previsiblemente, todo tipo de dinámicas sociales, desde trabajar hasta asistir a un concierto. Accederemos a experiencias a día de hoy inimaginables. Con la interacción humana como núcleo.
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La inmersión en los 'no lugares' será, sin duda, un gran paso para el hombre, un gran salto para la humanidad.
El nuevo mundo digital inmersivo supondrá, también, el asentamiento (o la acentuación) de problemas de índole personal y social. La mala gestión de la tecnología ya ha demostrado ser absolutamente nociva tanto en edades tempranas como en adultos. Ahora, con el metaverso, algunos especialistas ya alertan de la amenaza que puede suponer en cuanto a provocar trastornos de personalidad, entre otras alteraciones.
No se pueden poner más fronteras al desarrollo tecnológico que las éticas y las legales. Pero hay que estar especialmente vigilantes en esta nueva hibridación entre el mundo real y el virtual con las personas más vulnerables, como los niños.
Que Facebook cambie de nombre es lo de menos. Esperamos a Mark Zuckerberg. Y subiremos el peldaño en la red confiando en que ese metaverso no nos cosifique más allá del universo. No nos convierta en simples y estólidos avatares... hasta el infinito y más allá.
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