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Hemos ido depositando la memoria en el móvil, que se sabe los cumpleaños, las direcciones y los números de teléfonos, todas esas cosas importantes que antes recordábamos con precisión de burócratas soviéticos. La memoria anda ahí atareada para dejar libre el cerebro y llenarlo de ... otros asuntos más lúdicos y anestesiantes, y como a los chavales ya les cuesta hasta aprenderse su segundo apellido, las aulas se han adaptado. En la ESO se podrá pasar de curso sin límite de suspensos, y en la Universidad ya no será sancionable que un alumno copie a otro. El ministro Castells, ese fatuo emperador de la nada, dijo que si un alumno copia bien es es signo de inteligencia. Así vamos afianzando este hundimiento en el que no se reconoce ni el esfuerzo ni el talento. El mensaje está muy claro: no trabajes, que da igual. Ya lo hemos visto con las tesis doctorales y los másteres de gente muy principal.
Se ve antiguo y autoritario que los críos memoricen los ríos de España y que los reciten con ese soniquete somnoliento de polvo de tiza en el aire. No hay memoria y no parece importarle a nadie, como cuando esa señora andaluza, esposa del político Juan Espadas, dijo que no recordaba bien en qué consistía su trabajo en la fundación que la contrató. Aquí cerca hay algun caso parecido de misterios laborales, con gente que no sabemos no ya si está en el despacho, sino si vive en La Rioja.
Somos el país de Dory, ese pez azul de 'Buscando a Nemo' que va de aquí para allá y no se acuerda de nada. Se carece de memoria mientras se habla todo el día de Memoria Histórica, con esa contradicción inquietante que señaló siempre Gustavo Bueno quien decía con acierto que la memoria es una experiencia puramente individual. Hace unos días el Gobierno reconoció que no sabe muy bien qué ha pasado con los 31 millones de euros que se han destinado a localizar fosas de la Guerra Civil y a exhumar los cuerpos. No hay base de datos, no hay información de lo que se ha hecho ni nombres, registros, reseñas ni apuntes de nada. Vivimos en la España de la amnesia; de las aulas al congreso, directos al tercer mundo.
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