Espacio para el acuerdo
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EDITORIAL ·
Las previsiones del FMI y del Banco de España confirman la urgencia de un pacto de amplio calado para superar la recesiónLa fase de mayor virulencia de la pandemia ya pertenece al pasado. Pero la persistencia del virus, confirmada por los inquietantes rebrotes de los últimos días, y la falta de una vacuna o de una terapia específica impiden dar por cerrada la crisis sanitaria. Relajada ... la gravedad de esta, se abre un nuevo periodo en el que el foco del debate se traslada a sus consecuencias económicas y sociales, así como a las recetas para encarar una recuperación que será compleja y dolorosa.
A nadie se le escapa la excepcionalidad del momento. El FMI prevé que España sufrirá este año el mayor desplome del PIB: un 12,9%. El Banco de España estima una caída de hasta un 22% en el segundo trimestre y urge la aprobación de reformas estructurales de profundo calado basadas en amplios consensos. La recesión de una inédita magnitud en la que se halla sumido el país requiere una respuesta a la altura de las circunstancias, que debería basarse en acuerdos entre las principales fuerzas políticas en torno a una 'hoja de ruta' común para restañar las heridas causadas por el COVID-19 y encauzar una sólida reactivación de la economía en el plazo más breve posible. No se trata solo de aprobar los Presupuestos –algo que ni siquiera está garantizado a día de hoy–, sino de establecer las líneas básicas para superar una crisis sin precedentes, sujeta a eventuales recaídas de imprevisibles consecuencias si se produjera un fuerte rebrote de la enfermedad.
La necesidad de ese entendimiento está fuera de discusión. Resultan evidentes las diferencias de criterio que separan al Ejecutivo –también al PSOE y Unidas Podemos entre sí– y a la oposición, fruto de su disparidad ideológica. Aún así, existe un espacio para el consenso si los actores implicados anteponen los intereses del país a los egoísmos partidistas. Lo que pomposamente se ha dado en llamar «la reconstrucción económica y social» es la incuestionable prioridad de la legislatura. No ya para el Gobierno, sino para España. De cómo afronte esta situación dependerá su porvenir en la próxima década. La trascendencia de lo que está en juego tendría que desarmar la dialéctica de la confrontación y sustituirla por la sincera búsqueda de puntos de encuentro, lo que implica renuncias mutuas en aras del bien común. Hace falta un acuerdo global. Y, si este no resultara posible, pactos parciales que aporten certidumbre cuando tanta falta hace.
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