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Occidente llora la muerte de Charlie Watts, el elegante batería de los Rolling Stones. Nuestros dioses del rock serán eternos pero también mueren. No creo que en Kabul los talibán, armados hasta el cerebro, escuchen a los Rolling. No están las cosas en Afganistán como ... para abrir la boca y sacar la lengua, ningún fundamentalismo entiende gesto alguno de rebeldía. Hasta una mueca inocente puede convertirte en desafecto, en alguien que lleva una diana en la frente a ojos de quienes caminan con una metralleta cargada de intolerancia. Si los ejércitos asustan, las milicias aterran.
Las imágenes que estamos viendo en el aeropuerto de Kabul son la constatación de un desastre total. El error de creer que los enemigos de los talibanes eran amigos, ignorar la estructura tribal, olvidar la historia y todo lo demás ha resultado un fiasco. Desde Alejandro Magno, los ingleses en el siglo XIX, los soviéticos antes y los americanos después todos han tropezado en la misma piedra. Minusvalorar al enemigo siempre fue el talón de Aquiles de la soberbia. Pero realizados los necesarios lamentos y asumiendo la vergüenza de la derrota es preciso mirar al futuro para minimizar las consecuencias de esta hecatombe humanitaria, una más en este siglo XXI catastrófico. El aeropuerto de Kabul es hoy símbolo de la desesperación humana. Quienes han podido ser evacuados, pese a tener ante ellos un océano de incertidumbres, son afortunados pero son muy pocos. Es indudable que todos ellos han respirado hondo al ver elevarse el avión que los alejaba del inmenso presidio que se está construyendo en Afganistán.
Quienes vivieron bajo el dominio talibán no tienen dudas de lo que va a pasar en cuanto el último soldado de los ejércitos ocupantes abandone el país. Todos saben y nosotros sabemos, sin que la CIA nos haga uno de sus fallidos informes, que lo peor está por llegar. El miedo crece en suelo afgano como el opio que va a sostener económicamente al nuevo régimen. En cuanto se cierre el aeropuerto en esa enorme prisión que será Afganistán los derechos serán suprimidos. Es lo que hace el fundamentalismo religioso islamista cuando se controla el poder político. Dicen los talibán que todo lo que hagan por las mujeres será por su propio bien. ¿Les suena? Como las consideran seres inferiores decidirán por ellas y las encerrarán en la otra cárcel que se llama 'burka' para que hasta la luz del día sea un sueño inalcanzable. Deberán obedecer al extremismo medieval. Serán encerradas, apaleadas y violadas, eso sí, por su felicidad. De nuevo llega la esclavitud. En unos días, estos salvajes serán reconocidos por países que quieren morder el pastel afgano. Tras unos lo harán otros, y en este juego de sutiles conveniencias acabaremos olvidando y abandonando a las víctimas de la tiranía a su propia suerte.
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