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Un euríbor en tasas negativas durante seis años representa una excepcionalidad de grueso calibre, como la que mantiene el precio oficial del dinero en el 0%. Ambas anomalías, que retratan una economía asistida con oxígeno, están cercanas a su fin. La subida de tipos anunciada ... sin fecha por el BCE ha empujado al alza la principal referencia para las hipotecas a interés variable. Las nuevas que sean suscritas a tipo fijo –el preferido por la mayoría de los clientes– seguirán más pronto que tarde un camino similar. Aunque esperado desde hace tiempo, el movimiento no responde, en contra de lo previsto, a una consolidada recuperación de la actividad después de la pandemia, sino a una inflación desatada por la triple crisis energética, alimentaria y económica que ha desencadenado la guerra en Ucrania. El alza del euríbor supone una carga adicional para unas familias empobrecidas por la pérdida de poder adquisitivo, que por ahora no han reducido más bruscamente su consumo por el ahorro acumulado durante las restricciones del coronavirus. Ese hipotético paso y un eventual deterioro del empleo ensombrecerían el panorama.
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