Unas páginas más allá de este mismo periódico se aloja una de las secciones vitales del diario. Su periodicidad es fluctuante, no acostumbra a ocupar excesivo espacio y, aunque a veces se denosta por ese carácter marginal, su valor es decisivo. Se llama 'Fe de ... errores' y suele insertarse como coda de las cartas que muchos lectores envían para ensalzar esto o quejarse por aquello. Como su propio nombre indica, en los párrafos reservados para tal fin se hace referencia a las erratas o deslices que han podido detectarse en alguna información previa. Muchas veces a causa de la urgencia que gobierna el oficio; otras, por la desacertada interpretación de un dato y jamás con intencionalidad. La referencia nunca es capaz de enmendar el fallo al que alude, pero su sola constancia habla de la voluntad de rectificación desde el rigor y el reconocimiento de que la infalibilidad no es inherente al papel, algo a lo que, por cierto, otras plataformas se creen indemnes por su propia volatilidad. A finales de junio, el Gobierno de La Rioja presentó con la pirotecnia recurrente en estos casos cinco flamantes vehículos de intervención rápida (VIR) llamados a parchear las necesidades sanitarias allí donde los mecanismos habituales no llegan en una coyuntura de escasez de recursos. Los coches estuvieron operativos un solo día y han sido tan efímeros como el Plan de Atención Continuada, abortado casi antes de desplegarse por la contestación social. Sin embargo, solo ahora ha llegado a conocerse esa vida fugaz en mitad de un nuevo y áspero rifirrafe político, cuando una inmediata y sencilla fe de errores hubiera aportado más transparencia y empatía.

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