Secciones
Servicios
Destacamos
Hace unos días, junto a mi hija y una amiga suya, ataviado con una camisa rosa, tal y como me habían instado a que hiciera, acudí al cine a ver 'Barbie'. Lo hacía sin ningún prejuicio y sí con ganas de descubrir el porqué del ... movimiento rosa que está extendiéndose por el mundo, desde el estreno de la película.
Menuda decepción.
A pesar de un inicio prometedor, con una secuencia inicial que es un precioso homenaje a '2001: una odisea del espacio' del gran Stanley Kubrick, la película pierde el sentido a los pocos minutos y lo que comienza como una autoparodia que busca reivindicarse a partir de la burla a sí misma, demuda en un 'más de lo mismo'. Los clichés se repiten una y otra vez. Y el lugar de ahondar como bien había hecho su inicio, en el cambio que supuso para la niñas la llegada de Barbie, momento en el que dejaron de soñar con ser madres para hacerlo con ser mujeres, maneja el absurdo hasta unos límites en los que el único 'varón' de la película que apoya a las barbies es Allan, un tipo sumiso, castrable y soso, mientras el resto de 'hombres' son viles, patriarcales y autoritarios. Pero el colmo llega cuando se descubre que las barbies están confeccionadas con idéntico patrón, y únicamente la nomenclatura del tipo de muñeca determina unas cualidades desdibujadas a mayor gloria del estereotipo inicial. Puede que la barbie en concreto sea abogada, astronauta o catedrática de física cuántica, pero el tipo de interpretación hace de ella un modelo más de lo simple y absurdo.
No nos engañemos con exégesis del todo innecesarias en un producto plano como es esta película: Mattel lo único que pretende es vender y que las próximas navidades se tiñan de rosa. Pero es que esta película, por potencial y base previa, era un vehículo ideal para promocionar a la mujer en ciernes y cómo creció desde el origen de una muñeca, que bien cierto es, cambió el modo de jugar de las niñas desde su creación.
En lugar de eso, se ha construido una película sin relieve, estéril, monotemática y con los estereotipos tan definidos de antemano que nada en la película resulta sorprendente. Desde el momento en el que se presenta la media docena de personajes con cierta «relevancia», no es que conozcamos lo que va a ocurrir, es que sabemos perfectamente cuál va a ser el desarrollo, secuencia por secuencia.
Y, por supuesto, que no me la vendan como una película feminista. Feministas eran las madres de mayo, Mary Shelley, Clara Campoamor y su lucha para que la mujer tuviera derecho a voto o las pescadoras que tras décadas de lucha lograron faenar en la Albufera. Una película que finaliza –cuidado que ahí va un spoiler, que no me digan que no lo he avisado– con Barbie feliz porque en el mundo real tiene vagina y entra al ginecólogo, aporta muy poco a las aspiraciones de la mujer hoy día, por muy de plástico que seas. Y aún dice menos de una película que pretende ser feminista y lo único que consigue es resultar ridícula e intrascendente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.