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Ahora que avanzamos sobre los estertores de este convulso año, mi primero como columnista de este diario, me dispongo a tirar de utopía, quizá de pretensiones de iluso, para enumerar una serie de deseos para el 2024. Seguramente buena parte de ellos, por quiméricos, no ... se cumplirán. Pero, qué sería de nuestra vida sin la fantasía del quizá...
Por eso, para este año que entra me gustaría que cuando mire a las estrellas la quiosquera sepa que la seguiré queriendo siempre. Que me siga emocionando escribir. Que la guitarra de Edu siga sonando a través de los dedos de mi hijo David. Que Murakami saque al mercado una nueva obra de arte. Que a aquel que promueva una guerra le den un rifle y no un megáfono. Que el Clavijo se mantenga en la LEB Oro con Miguel de Pablo a la batuta. Que mis hijos comprendan que no hay hogar más cálido que un abrazo. Que en las calles de Haro siga espejeando el niño que un día fui. Que en La Gota de Vino no escatimen la salsa de los zorropitos. Que la doctora Moreno continúe soñando en mi misma almohada. Que Def Leppard siga sacando discos. Que los gobiernos comprendan que la cultura quizá no venda ni garantice votos, pero que no hay legado más duradero y hermoso que el que ella lega. Que en el Mr. Griego no se les acaben las piparras en tempura los domingos a mediodía. Que los Atlanta Hawks me den al fin una alegría. Que 'R', la novela que Talentura publicará en febrero, sea todo un éxito. Que Mary, mi panadera de la calle Clavijo, continúe sonriendo con esa belleza natural que solo las personas especiales como ella poseen. Que Woody Allen siga haciendo películas. Que Sandra Bullock deje de hacerlas. Que Tamara B. y María A. sigan haciéndose felices y demostrando que lo son. Que a La Rioja también nos condonen la deuda y nos adjudiquen una línea del AVE. Que al fin encuentre una máquina de escribir Lambert para la que no tenga que empeñar las córneas. Que los míos no sufran y tengan salud. Que mi hija Jimena siga devorando libros y soñando con pistas de baloncesto y canastas imposibles. Que Soen vuelva de gira por España. Que Jorge Jr. sonría todos y cada uno de los días de su vida. Que el Unibasket haga crecer a todas esas niñas que sueñan con triples imposibles en el último segundo y que deroguen la incomprensible sanción a Ramiro. Que el festival de las ánimas de Soria se consolide como uno de los eventos culturales más interesantes de este país. Que cesen todas y cada una de las guerras del mundo y no solo las mediáticas. Que el Waterpolo Ciudad de Logroño continúe siendo una de las mejores organizaciones deportivas de La Rioja y un ejemplo a seguir por muchos. Que usted, fiel lector de las columnas de Diario LA RIOJA, siga disfrutando el año que viene de la pluralidad de un periódico que respeta a sus columnistas, aun cuando su opinión difiere de la línea editorial; que ya es mucho decir. Y que todos y cada uno de ustedes sean felices, jodidamente felices.
Nos vemos en un 2024 colmado de deseos.
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