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Aunque hubiera contado con tiempo suficiente como para escribir esta columna tras la final que nuestra Selección ha disputado este pasado domingo, preferí hacerlo antes. Porque, aunque esta columna está íntimamente ligada al papel de la selección española en la presente Eurocopa, el resultado final ... no es lo fundamental. Pues el hecho que resulta irrefutable, que no admite la más mínima discusión, es que un hombre, un riojano, un jarrero de pro, como Luis de la Fuente, ha devuelto la fe a una afición que no daba un duro por el papel de los nuestros en la recientemente finalizada competición europea.
Luis de la Fuente, con ese sereno semblante de profesor de filosofía, ha ensamblado algo que parecía irrecuperable desde aquella mágica época de los Iniesta, Xavi, Piqué, Villa…; que una selección promueva un sentimiento de orgullo y afinidad con el pueblo, que las banderas nacionales asomen en los balcones sin que determinen una afinidad política y, principalmente, que de nuevo creamos en nuestra selección.
Este jarrero, humilde y campechano, ha sabido sortear los agitados movimientos de la Federación previos a la Eurocopa. También las dudas que interesadamente se promovían desde ciertos círculos periodísticos, que preferían alguien más mediático comandando la nave. Se ha sobrepuesto a discutidas y finalmente acertadas decisiones, como la 'jubilación' de algunas vacas sagradas en favor de savia nueva. E incluso, ha sabido salir moderadamente indemne de unos desafortunados aplausos, que los mismos medios que citaba previamente, quisieron interpretar de forma torticera, para precipitar un adiós que, ahora mismo, visto los resultados y el carácter conciliador de nuestro paisano, hubiera sido un despropósito colosal.
Enorgullezcámonos de Luis e la Fuente por todo lo que representa para La Rioja, para Haro y para el fútbol. Un hombre hecho a sí mismo, sin estridencias, que ha sabido crecer tras su periplo como jugador, fase por fase, logrando éxitos sin parangón en todas las categorías en las que ha sido seleccionador nacional. Que no nos deslumbre, paradójicamente, el que sea un hombre discreto, sin amor por los focos, y atendamos a la elegancia y acierto con la que ha devuelto la fe por nuestra selección a un país de ultracrepidarios, donde el 'cuñadismo' convierte a cada español seleccionador nacional.
Se haya ganado o se haya perdido la final, y aunque sea moderadamente lógico que las portadas las acaparen Rodri, Dani Olmo, Carvajal, Nico Williams… o ese maravilloso diamante que es Lamine Yamal, que no se nos pase por alto que el responsable del éxito principal, como es la recuperación de la ilusión por nuestro futbol, no es otro que un tipo sencillo, de esos que pasean con una sonrisa por la Vega, Víctor Pradera o La Herradura y que responde a un apellido con tanto arraigo jarrero como De la Fuente. Que no se nos olvide nunca que la ilusión futbolística a España la ha devuelto un riojano y sintámonos orgullos de este hombre de fe.
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