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Nuestra selección española femenina acaba de proclamarse campeona del mundo contra todo pronóstico y tras unos años convulsos en los que la estabilidad del equipo se tambaleó desde sus cimientos. Alexa Putellas, dos veces balón de oro, se ha ungido como campeona del mundo, después ... de pasar un año en el dique seco, al sufrir una de las peores lesiones que puede sobrellevar un deportista. Olga Carmona jugó la final sin saber que su padre había fallecido y al anotar el gol de la victoria se lo dedicó, precisamente, al padre fallecido de una amiga. Toda España se inundó de pantallas en las calles para disfrutar de un partido de fútbol femenino, algo sin precedentes. Como también lo es el hecho de que, por primera vez en la historia del fútbol femenino, la audiencia se disparó y evidenció que tal vez lo que necesita el deporte femenino para ganar adeptos, apoyo y así, poco a poco, lograr la equidad con el masculino, es difusión.
Pero, no. No es esa la noticia. La noticia que se lleva las portadas, los chascarrillos, lo comentarios de corrillo, es que un bufón maleducado que se agarró las gónadas junto a la reina de España para celebrar lo que había ganado la selección de «todos», besó en la boca a la capitana del equipo. Un hecho censurable. Un gesto no consensuado con Jenni Hermoso que puede y debe tratarse como lo que es, un bochorno público, no ya solo para un infame despreciable como Rubiales, sino para todo el fútbol español; pues, no lo olvidemos, es el personaje que nos representa.
Eso sí, robar el protagonismo a la gesta lograda por nuestra selección, la de todos, hombres y mujeres, es negar a nuestras jugadoras lo que han conseguido después de luchar por ello, no solo dentro del terreno de juego, también a nivel social. No neguemos a estas mujeres la gloria de los laureles y la difusión que puede tomar el fútbol femenino en este país a través de un hecho como este mundial, ensombreciéndolo por el abuso de un mentecato que por esos dos hechos —aún me parece peor el gesto desde la tribuna— debería dimitir de forma inmediata e irrevocable.
Todo lo que pase con Rubiales que se suceda en un margen, pues el foco principal ha de reservarse a estas mujeres que han hecho que todo el país, incluso a quienes no profesamos fervor por el fútbol, nos sintamos cerca de ellas y de la lucha que representan para que el papel de la mujer en el deporte se visibilice.
Ayer, hoy y mañana, deben ser los días de Salma, Alexa, Irene, Jenni, Olga, Aitana... También de Jorge Vilda, cómo no. Démosle a este equipo el recibimiento, los aplausos y las portadas que merece.
Lo otro, lo del beso, lo de sujetarse la entrepierna como si fuera un machorro que abre la puerta de un lupanar como si fuera el Far West, no debe restar ni un titular a nuestra selección. El tiempo, como en casi todas las facetas de la vida, acaba poniendo a cada uno en su lugar y este personaje se ha retratado solo.
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