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Supongo que a todos aquellos que llevan demonizando el rock en cualquiera de sus variantes, desde que a un simio le dio por soplar un junco y emitió la primera nota musical, se les deben estar revolviendo las entrañas al contemplar en qué están derivando ... los gustos musicales hoy día. Que en su día se tachase como infames a grupos extraordinarios como Barricada, Iron Maiden, La Polla Récords, Leño o Motley Crüe resulta demencial.
Más allá, empero, del ejercicio de redención con el que todos los profanos del rock deberían purgar su aberración, existe la sensación de que varias generaciones de rockeros pasaron por la historia de la música sin la gloria que merecían mientras dejaban impronta de todo cuanto acaecía a su alrededor con letras impagables y el llanto cromado de guitarras eléctricas acompañando sus tonadas.
Escuchando 'No hay tregua' de Barricada, 'The reaper' de Blue Öyster Cult, 'Malas noticias' de Los Suaves o 'The End' de The Doors, es sencillo atisbar que los temas que estremecían por calidad y significado dieron paso a unos engendros musicales que, aunque crean una adicción extraordinaria a corto plazo, son olvidados sin pasar el año. ¿Alguien recuerda 'La gozadera' o 'La bicicleta' que en su día sonaron sin cesar?
Afortunadamente, parece que una nueva generación crece abrazando el rock, uno de los géneros musicales más longevos de la historia y del que partieron otros, como el rugoso grunge o vertientes del heavy como el trash o el añorado glam. En los conciertos de los grandes dinosaurios del rock, además del alfombrado de bombillas en el que han metamorfoseado las lloradas melenas de antaño, pueden distinguirse a muchos jóvenes que ven en el rock uno de los más bellos modos de enamorarse de la música.
Sensación extrapolable al emerger de una hornada de grupos que, desde el rock más suave hasta el heavy metal, forman la nueva avanzadilla de un género que, aunque no murió, sí sufrió severas heridas. Además de referentes nacionales como Marea o Fito, que han mantenido el barco a flote, o fenómenos como Soen, que es uno de los más formidables grupos internacionales de hoy día, hay bandas nacionales en las que confiar para que el rock no solo siga en pie sino que crezca hasta volver a ser lo que fue en su día: la música con la que se identificaron varias generaciones. Grupos como los navarros 'Cobardes', los pucelanos 'Hijos del tercer acorde' o, sin irnos lejos de nuestra tierra, 'Goldenhell', 'Psycho rebel front', la banda tributo 'Harollica', 'Los culebras' o 'Joy Fantastic', en sus diferentes estilos, son algunas de las apuestas que aceptar sin ambages para que dentro de unos años no nos arrepintamos de haber dejado morir el género musical que dio cadencia al latido de la calle.
El rock entra por los oídos, se siente en el corazón y se destila por los ojos en forma de emocionadas lágrimas. Y un género musical que es capaz de provocar ese sentimiento, hay que mimarlo como una parte fundamental de nuestra historia.
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