Una epidemia en la Policía
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EL REPASO ·
De cómo el conflicto de la Local requiere una solución ya: no somos rehenes de nadieNo hay nada imposible en esta vida. O casi nada, en fin: desde que Leticia Sabater se ha convertido en la musa de 2022 en los pueblos de La Rioja ya me lo creo todo.
Cosas pasan, pues, que son posibles aunque no lo parezcan. ... Así que me cuidaré mucho de dudar del hecho sorprendente de que 55 de los 72 policías de Logroño que tenían que trabajar el día del cohete de San Mateo se pusieran de golpe enfermos.
Sí, ya sé que los precedentes no abonan mi credulidad. Ya sé que el susodicho cuerpo lleva meses a golpes con el Ayuntamiento, ya sé que en otras ocasiones han faltado efectivos para cubrir eventos extraordinarios, y ya sé que en ciertas guerras no hay armas prohibidas.
Pero qué quieren que les diga: me resisto a creer que un funcionario con dos dedos de frente y un mínimo de responsabilidad decidiera de repente fingir una enfermedad sobrevenida para dejar la ciudad desprotegida precisamente en el día con más gente en la calle de todo el año. O sea, el día del cohete de San Mateo.
Porque suponer eso sería tanto como decir que a ese tal funcionario le sería indiferente que pasara algo malo para así poder cargarle el mochuelo al de enfrente, el alcalde, y así estar más cerca de conseguir una mejora salarial en unas nóminas que no son precisamente de miseria.
Como les digo, no quiero creérmelo. Prefiero pensar que o bien el equipo de gobierno, muy opaco en todo esto, no ha dicho toda la verdad, o bien realmente hay unas condiciones en la Policía Local que hacen que muchos agentes hayan caído en depresión, ansiedad y otros problemas nada desdeñables nunca.
Porque si me lo creyera, lo que estaría ahora mismo pensando es en cuánto me costaría una mudanza a Vitoria, con casa incluida y colegio para los niños. Porque si todo eso fuera así, el panorama resultaría desolador, entre la falta de responsabilidad de unos (o su frágil salud emocional, un asunto con el que nunca hay que frivolizar) y un gobierno municipal que, llevado por su celo por no ceder, no ha conseguido reconducir el asunto a tiempo.
Me lo crea o no, en fin, sólo hay una cosa cierta que decir: señores, unos y otros, nosotros no somos sus juguetes. Están ahí para servirnos y defendernos, no para medir sus hombrías en un pulso en el que somos sus rehenes. Arreglen esto. Ya.
Jueves | Las cuentas
No está mal, en fin, pero yo casi me esperaba algo más. De los dineros del Estado, me refiero. A ver, que todo lo que sea que la inversión del Gobierno en La Rioja crezca, santo y bueno. Y esa inversión sube del año pasado a este un 3,8%. Un cuatro, para redondear, si me perdonan la imprecisión nada periodística.
Que sí, que además tenemos un par de obrones en marcha de esos que paga Madrid y no conviene olvidar: la ronda sur y la Autovía del Camino de Santo Domingo hacia la muga de Burgos. Y otras cosas menores pero chulas, dos de ellas de mis preferidas: la ampliación del Bretón de Logroño y la intervención en las cloacas romanas de Calahorra.
Pero no sé. Igual es que me había pensado que en este año de lluvia de dinero europea de repente nos iba a sorprender el Estado con un porrón de millones para darle, por ejemplo, un empujón a la cosa del tren.
Cosas mías, sin duda. Me conformaré con conformarme y no cantar las tristezas del cuatro por ciento. Y más me conformaré si llega diciembre del 23 y esos dineros son, realmente, gastados en lo que dicen. Amén.
Miércoles | Salud
«Miro a mi hija de 15 años y veo cómo se la va la vida en una cama». La madre de Paula, una joven postrada por la depresión, nos dejaba el jueves en el periódico esa frase, una de esas que te levantan los pelos del brazo porque, en fin, uno imagina estar en esa piel y se muere de miedo.
Está bien que miremos a las cosas de la salud mental. Porque ahora hemos empezado a hacerlo y resulta que el sistema sanitario español no estaba preparado para lo que se le ha venido encima con este tema. Ni de lejos. Y el riojano, tampoco.
Está bien mirar, sí. Y también actuar. Tenemos un problema.
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