En España en general y en La Rioja en particular se vive actualmente una autentica crisis, consecuencia de la ausencia de la tan necesaria revisión, reforma y actualización de la Atención Primaria de Salud (APS). Desde el 2012 han «desfilado» más de doce gestores ( ... médicos o enfermeras), sin exigirles proyecto alguno de trabajo para el cargo. Esto les induce a centrarse en exclusividad a resolver los problemas del día a día, olvidándose de la planificación a medio y largo plazo, lo cual aboca a «la epidemia de las improvisaciones».
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Afrontar esta «nueva epidemia» requiere, de estos o de los próximos gestores, que realicen un análisis tranquilo y riguroso de las necesidades reales de salud de la población que esté trufado de la participación de todos los sectores implicados, gestores, población y profesionales, que induzca a una auténtica transformación.
Toda crisis lleva implícitas oportunidades, en este caso también. El Ministerio de Sanidad ha creado un grupo de expertos para tratar el tema, de ahí que, desde la subjetividad de estas líneas, se invite a la reflexión con honestidad y rigor, al análisis de los problemas y soluciones a la APS de nuestra región.
La aportación económica y las mejoras laborales son necesarias para el cambio de modelo, pero no son las únicas cuestiones importantes a la hora de planificar diferente, si examinamos de acuerdo a necesidades y determinantes de salud de la población. Es imprescindible la participación desde el conocimiento de todos los implicados.
Al plantear cambios en los servicios de salud, en la mayoría de ocasiones se ha caído en la tentación de posiciones exclusivistas por parte de alguno de los colectivos profesionales como únicos protagonistas. Si se observa este fenómeno en los últimos años, se demuestra que es una incongruencia que poco tiene que ver con los intereses generales que necesita el nuevo modelo.
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Es inexcusable profundizar en el actual paradigma sociocrítico de cuidados en salud, que lleva implícito la autocrítica de todos los colectivos implicados (la administración, la población y los profesionales), excluyendo el victimismo y la queja permanente, que tan inefectivos y contraproducentes son.
Es necesario recuperar el concepto de salud en contraposición al de enfermedad como objetivo fundamental de lo que se denomina Atención Primaria de Salud (APS), en el que la promoción de la salud incorpore de manera real y transversal en todos los procesos a desarrollar en la APS, que lleve a cabo intervenciones comunitarias con las que se identifiquen los agentes de salud y líderes comunitarios. Donde la salutogénesis impregne las políticas de salud en APS. Donde la cronicidad se aborde de manera que no se cronifique, según los diseños erróneos e ineficientes que plantean en nuestra región. En el que el trabajo transdisciplinar acabe con los individualismos y los marcos competenciales rígidos que impiden idear objetivos comunes centrados en las necesidades reales de las personas, las familias y la comunidad. En el que la intersectorialidad sea algo más que un planteamiento teórico, para pasar a ser una articulación real y efectiva de los diferentes sectores comunitarios cuando abordan los problemas de salud, en los que el Centro de Salud deje de ser el único recurso posible y se integre con el resto de sectores. Donde se garantice y evalúe la calidad del producto asistencial con un racional incremento reequilibrador del presupuesto y plantillas, en función de las características epidemiológicas y sus determinantes, a través del trabajo real en equipo. Para ello es necesario:
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- Reactivar la participación comunitaria de manera efectiva, real y no sólo formal y legal. Haciendo a la población partícipe de la toma de decisiones, recuperando los órganos de participación ciudadana en el Área y la Zona de Salud.
- Reorganizar las zonas básicas de salud que faciliten la accesibilidad y dimensionen el trabajo.
- Promover la racionalidad de las decisiones clínicas en cuidados, posibilitando que sean rigurosas, sistemáticas, unificadas, coherentes y evaluables, sea el centro de salud, domicilio o la comunidad y no sólo una aparente realidad.
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- Reorientar y potenciar las actividades de promoción e intervención comunitaria en salud, con un programa integrado e integral de educación para la salud dirigido a los profesionales, población y gestores.
- Recuperar la evaluación de la cartera de servicios por normas técnicas mínimas cualitativas, como hasta 2004, evitando el «único» perfil cuantitativo actual.
- Potenciar la actividad formativa e investigadora de y en los centros de salud, etc.
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En definitiva, un nuevo planteamiento alejado del exclusivo asistencialismo, la medicalización de la salud y la vida, el hospitalcentrismo, el biologicismo... que se han apoderado de la APS desvirtuándola y restándole protagonismo para la capacidad de resolución de problemas de salud.
Según lo expuesto, para provocar el necesario cambio de modelo de APS y controlar la mencionada «epidemia» debe llevarse a cabo desde el consenso la reflexión rigurosa, contrastada y honesta, exenta de exclusivas reivindicaciones laborales, que evite sesgos e intereses que nada tienen que ver con los problemas de salud, y que defienda por el bien de todos, una de las joyas de la corona, nuestro Sistema Público de Salud, del que tan orgullosos estamos, tanto la población como los profesionales. No es fácil.
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