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Los lectores que cumplieron el servicio militar obligatorio durante la Oprobiosa recordarán que la carta de guisotes cuarteleros evitaba toda alusión a la nefanda Rusia, auténtica cueva del Maligno para el régimen. Así, a la ensaladilla rusa la denominaban «nacional» y a los filetes rusos, « ... imperiales». Por cierto, en Rusia no llaman a la ensaladilla «rusa», sino ensalada Olivier, por el cocinero francés que en el siglo XIX popularizó en el lujoso restaurante Hermitage de Moscú una ensalada con base de patatas cocidas a las que añadía ingredientes caros como faisán, caviar, trufa y langosta, todo bien troceado y aliñado con mahonesa (la revolución bolchevique los sustituyó por otros al alcance de todos los bolsillos, como los huevos). La sovietofobia franquista motivó también que recalificaran como suiza a la montaña rusa y asiático a cierto «café ruso» que llevaba coñac y canela molida.

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larioja La ensaladilla y el gas