Las revoluciones que suponen progresos históricos para la Humanidad son el fruto de sucesivos pasos hacia metas en principio inalcanzables, pero que dejan de serlo a medida que los acercan los avances científicos y una decidida apuesta por la innovación. El sueño de una energía ... barata, inagotable, segura y respetuosa con el medio ambiente está más próximo a hacerse realidad. Investigadores de EE UU han conseguido un salto sin precedentes al obtener más energía en la fusión nuclear de dos isótopos de hidrógeno que la invertida en forzar que se unieran. El exitoso experimento, que ha desatado un justificable entusiasmo, constituye un hito que abre la puerta a un futuro en el que, dada la abundancia de ese producto, el planeta no dependerá de los combustibles fósiles, lo que, aparte de sus repercusiones económicas, supondrá un alivio para el calentamiento global.
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La reacción nuclear similar a la que realizan las estrellas para crear energía ha sido desarrollada en un laboratorio de California después de más de medio siglo de trabajos. Ahora el desafío consiste en su aplicación práctica aumentando sustancialmente la cantidad obtenida en esa fusión y transformándola en electricidad con una tecnología eficiente aún por desarrollar. A diferencia de la fisión propia de las centrales nucleares, los elementos empleados en este caso no dejan residuos radiactivos. El agua y el litio son las principales materias primas utilizadas. Además de muy baratas, de ellas se precisan mínimas cantidades para satisfacer la demanda energética de una familia durante varios años, lo que ilustra sobre la magnitud de este avance científico.
Su materialización en la vida diaria llevará todavía décadas –aunque este hallazgo reduce los plazos– y cuantiosas inversiones. Cuando se produzca, detendrá de golpe los estragos del cambio climático y acabará con los problemas de suministro de energía, cuyas fuentes dejarán de estar en manos de unos pocos países. No es exagerado afirmar que estamos ante una tecnología que transformará el mundo y abrirá una nueva era, con consecuencias económicas, sociales y geopolíticas impredecibles en este momento, al margen de los desarrollos colaterales y los inesperados descubrimientos a los que puedan dar lugar las investigaciones pendientes. Una vez más queda demostrado que la ciencia, si bien se emplea, es sinónimo de progreso y la necesidad de invertir en ella para construir un presente y un futuro mejores.
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