Secciones
Servicios
Destacamos
Es que de aquí a dos semanas tengo una boda y, claro está, no voy a ir de cualquier manera. No he sido casi nunca demasiado amigo de las etiquetas de gala -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-, mas algunas veces en la vida hay ... que amoldarse a las convenciones sociales. No penséis que me ha impulsado a ello la cantidad de gente trajeada que asistió la semana pasada a la boda del futbolista ese del Barça nacido en Camas con la actriz esa de la serie 'La que se avecina', Pilar no sé qué. Para ello han hecho falta las opiniones de varias amigas, cuyos novios y maridos me insistieron también en la comida de la cuadrilla del domingo pasado, todos al alimón. Así, ¿quién se niega? Todos vamos a ir de traje.
No me lo voy a comprar; me lo voy a encargar. Precisamente ayer viernes fui a la modista, quien me tomó todas las medidas habidas y por haber. Hacía medio siglo más o menos en que yo no me acercaba a una habitación semejante; cada alfiletero, cada tijera, cada tela en su sitio: un lugar mágico como un cuadro de Velázquez. ¿Por qué he tardado tanto tiempo en regresar? Siempre me ha parecido que hay que guardar las apariencias al menos en materia de indumentaria. Por eso opino que no solo hay que tirar de traje en distintos acontecimientos sociales sino que hasta en las competiciones deportivas, por ejemplo en el golf, hemos de practicar con un equipo de vestimenta apropiado a nuestra categoría, de forma que causemos una excelente impresión no solo en el acierto para introducir la bella y compacta pelotita en los hoyos sino en la entrega de trofeos posterior y, más aún, en el delicado ágape consiguiente. Las mujeres practicantes acostumbran a cuidar mucho más su aspecto; a este club femenino me apunto yo.
De ahí que hace una semana me sentí un tanto defraudado por la organización de la ceremonia de la inglesa Orden de la Jarretera, de la que fue investido caballero el rey Felipe VI. Me refiero a que tanto el calzado como los pantalones que portaban los varones no estaban absolutamente en consonancia con la toga y capa exteriores. El traje hubiera tenido que amoldarse plenamente a la época de la mitad del siglo XIV, origen de tan medieval institución. Al llegar a este punto advierto que hago una excepción en cuanto a la lencería o ropa íntima que ha de cubrir las partes pudendas de tan egregias personas, complementos que han de adquirirse en las más prestigiosas tiendas de los más lujosos barrios de nuestras urbes a fin de que la comodidad corporal que del uso de tales prendas aplicadas a zonas tan inestimables se deriva influya en el tradicional acierto de las decisiones que tomen de vez en cuando para con sus súbditos.
Precisamente a lo largo de estos días los lectores riojanos van a tener ocasión de examinar las vestimentas que exhiben sus nuevos parlamentarios en la sede logroñesa; a ver qué nos deparan. Sin embargo, no se fíen ustedes de las apariencias que prestan los trajes. Hay asuntos mucho más interesantes y... nada medievales.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.